26 de abril de 2008

Píldora: ¿por qué tanto revuelo?

Por Eduardo Aldunate*

Si se toma en cuenta su verdadero contenido, es difícil entender el revuelo que ha levantado el fallo del Tribunal Constitucional sobre la píldora del día después. La sentencia no se pronuncia -como parecería, a la luz de la reacción de las personas que lo apoyan y la de quienes lo atacan- sobre la píldora misma. Se limita a declarar que ciertas disposiciones administrativas, contenidas en el decreto Nº 48 del 2007 del Ministerio de Salud, que establecían su distribución gratuita en el sistema nacional de servicios de salud, son inconstitucionales.

La discusión suscitada sobre la forma en que esta decisión judicial debe cumplirse es absurda, ya que pasa por alto que la Constitución regula de manera clara y sencilla los efectos de la sentencia. Ellos consisten en que los preceptos declarados inconstitucionales quedan sin efecto “de pleno derecho”, lo que podría entenderse de manera coloquial como “automáticamente”.

¿Qué significa esto concretamente? Que los organismos, instituciones y funcionarios que integran la red asistencial del sistema nacional de servicios de salud ya no están obligados a cumplir, en los términos del mencionado decreto Nº 48, las disposiciones que han quedado sin efecto, y que establecían un deber de distribución gratuita del fármaco de anticoncepción de emergencia conocido como píldora del día después. La única forma de incumplir el fallo del Tribunal sería intentando aplicar las disposiciones que han quedado sin efecto, por ejemplo, sumariando al funcionario que no distribuye la píldora.

Antes y después del fallo, entonces, la píldora goza de buena salud: es un fármaco incluido dentro del Registro Sanitario del Instituto de Salud Pública y, por lo tanto, desde un punto de vista jurídico y utilizando el lenguaje cotidiano, su comercialización y distribución es legal. Antes y después del fallo, las facultades de los organismos públicos para almacenar la píldora y entregarla de manera opcional, y a requerimiento de una solicitante, no se ven afectadas.

El pronunciamiento del Tribunal es acotado a la inconstitucionalidad y consiguiente pérdida de efectos de los preceptos impugnados: no constituye un pronunciamiento general sobre la píldora en el sistema público de salud, ni sobre el tratamiento que ella debe recibir en él, salvo en cuanto a) deja de ser obligatoria, b) para el sistema nacional de servicios de salud, c) la distribución gratuita de la píldora.

Cabe decir que, en derecho, eliminar el carácter obligatorio de una conducta no equivale a prohibir dicha conducta. De este modo, una práctica administrativa o un precepto reglamentario que deje a la discreción de los funcionarios del sistema de salud la entrega de dicha pastilla, a bajo costo, contra solicitud de la afectada, no conlleva ni lejanamente el incumplimiento o desacato del fallo del Tribunal, ya que no implica dar valor o aplicación a los preceptos que han quedado sin efecto por su sentencia.

Uno de los abogados de la parte requirente, Jorge Reyes, ha intentado dar al fallo del Tribunal unos efectos mucho más amplios, sobre la base no de lo que el TC decide en su sentencia, sino de lo que dice para fundar su fallo.

Esta pretensión, que explica parte de la actual confusión reinante sobre el tema, carece de todo fundamento jurídico, frente al claro tenor de la decisión del Tribunal y de lo dispuesto por la Constitución. Pero es comprensible: Reyes debe justificar el gasto y defender la tesis de que este procedimiento monstruoso, con un expediente en torno a las mil fojas y una de las sentencias más extensas en la historia del Tribunal, debería arrojar un resultado algo más sustancioso, para no tener que enfrentar la cruda realidad de que aquí, en verdad, sólo ha habido mucho ruido para nada.

O quizás, sólo para algo: poner en la agenda pública el debate sobre los derechos y libertades reproductivos, que hasta ahora la Democracia Cristiana había contenido eficazmente dentro de la Concertación, frente a los intentos de algún sector del socialismo.

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*Eduardo Aldunate es Profesor de Derecho Constitucional de la Universidad Católica de Valparaíso.

25 de abril de 2008

El pecado de quemar la comida

Por Sergio Ramírez*

Si algo visible divide a la izquierda latinoamericana en el poder, es el asunto de los biocombustibles. Desde que el presidente Lula Da Silva proclamó al Brasil como campeón de la producción de etanol extraído de la caña de azúcar para alimentar motores, no tardó en escucharse la voz de Fidel Castro, desde sus “Reflexiones del Comandante en Jefe” en el periódico Gramma, denunciando como criminal la política de convertir alimentos en carburantes.

El pique ideológico se inflama cuando aparece el presidente de Venezuela Hugo Chávez echando combustible al fuego, con petróleo puro; y así se han creado dos tipos contradictorios de diplomacia en América Latina: la del etanol, encabezada por Lula, y la del petróleo, encabezada por Chávez.

Mientras la economía de Venezuela gira exclusivamente alrededor del petróleo, la de Brasil es mucho más compleja, y la política de diversificación de combustibles de Lula muestra resultados palpables: 45% del combustible para vehículos en Brasil es producido en base a caña de azúcar cultivada en apenas el 1% de la tierra arable del país. Pero el azúcar también es alimento, sino se toma en cuenta el ron.

Usar comida para alimentar vehículos es aceptar que sean “condenados a muerte prematura por hambre y sed más de 3 mil millones de personas en el mundo”, dice Fidel Castro; y, Lula, sin mencionar a su viejo amigo, responde que el problema de la humanidad no es la falta de alimentos, que los hay de sobra, sino que esos alimentos no llegan a los más pobres, con lo que, dedicar tierras agrícolas a producir etanol, no tiene nada que ver con el hambre.

Pero vean quién viene a dar la razón ahora a Fidel Castro: la muy conservadora revista Time, que dedica uno de sus últimos temas de portada a un extenso alegato en contra del uso de los alimentos como combustibles, con argumentos gemelos a los del líder cubano.

La energía limpia no es más que un mito, sentencia Time: al sustituir los combustibles fósiles por el etanol, lo que verdaderamente están haciendo es elevando los precios mundiales de los alimentos y empeorando el calentamiento global. En la medida en que los precios del maíz suban, los pobres del mundo comerán menos, y mientras más maíz se siembre para uso de motores, más bosques desaparecerán.
¿Ya habíamos leído eso antes? Claro, hace un año: “Pienso que reducir y además reciclar todos los motores que consumen electricidad y combustible es una necesidad elemental y urgente de toda la humanidad. La tragedia no consiste en reducir esos gastos de energía, sino en la idea de convertir los alimentos en combustible”, escribe Fidel Castro.

Time escribe que se privilegia a 800 millones de personas con automóviles, sobre 800 millones de personas con hambre; y si hace 4 años se calculaba, de acuerdo a científicos de la Universidad de Minessota, que el número de hambrientos caería a 625 millones en el año 2025, ahora más bien se sabe que ese número crecerá a 1.2 billones, todo por efecto de los biocombustibles.

El maíz que se necesita para llenar una sola vez el tanque de un vehículo con etanol, es suficiente para alimentar a una persona por un año. Y Robert B. Zoellick, Presidente del Banco Mundial, y anterior mano derecha de Condoleezza Rice, afirma: “mientras muchos están preocupados por llenar sus tanques de gasolina, muchos otro luchan en el mundo por llenar sus estómagos”. Gasolina y comida cada vez más caras: la FAO informa que en los últimos nueve meses, el precio de los alimentos ha subido en el mundo un 45 por ciento.

¿Y Fidel Castro? “Hoy se conoce con toda precisión que una tonelada de maíz sólo puede producir 413 litros de etanol como promedio, de acuerdo con densidades, lo que equivale a 109 galones. El precio promedio del maíz en los puertos de Estados Unidos se eleva a 167 dólares la tonelada. Se requieren por tanto 320 millones de toneladas de maíz para producir 35.000 millones de galones de etanol”.

Y está también el alegato de Time acerca del grave daño ecológico que causan los biocombustibles, a través de un vicioso círculo diabólico. A pesar de que Brasil no produce etanol en base al maíz, los productores de Estados Unidos venden una quinta parte de sus cosechas a las fábricas de etanol, provocando que los productores de soya, atraídos por los precios, se pasen al maíz, con lo que la soya sube, y empuja a los agricultores brasileños a cultivarla a costa de los pastos, de modo que los ganaderos, expulsados por la soya, se tragan cada año miles de kilómetros cuadrados de selva.

Producir maíz y oleaginosas para combustibles, resulta en un descalabro ecológico. ¿Según Time, o según Fidel Castro? Según Fidel Castro: “aplíquese esta receta a los países del Tercer Mundo y verán cuántas personas dejarán de consumir maíz entre las masas hambrientas de nuestro planeta. O algo peor: présteseles financiamiento a los países pobres para producir etanol del maíz o de cualquier otro tipo de alimento y no quedará un árbol para defender la humanidad del cambio climático”. Y Time agrega aquiescente: “si se toma en cuenta el efecto de la deforestación, el etanol de maíz y el biodiesel de soya vienen a provocar el doble de las emisiones de carbono causados por la gasolina”.

El próximo editorial de la revista Time, ya se ve, lo puede escribir Fidel Castro.

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*Sergio Ramírez escritor nicaragüense. Ex-vicepresidente de Nicaragua (1984-1990

El pan nuestro de cada día

Por Luis Casado*

¿Te gustó la crisis de los créditos hipotecarios basura? ¡Te va a encantar la crisis del pan nuestro de cada día! Y no es que la otra haya terminado: hoy por hoy los bancos siguen escondiendo la pelota mientras que las aseguradoras de créditos amenazan quebrar, como AMBAC, que declara pérdidas de 3 mil cien millones de dólares y ve con pavor que el curso de su acción tiende a cero.

Pasa que la “volatilidad de los mercados” se propaga a otras esferas y, como dicen los especuladores “toda crisis genera nuevas oportunidades de negocio”. Esta vez le toca a los productos alimenticios, a los cereales.

Oliendo un indesmentible aroma a lucro fácil, los fondos de inversión entraron a saco en los mercados agrícolas provocando una amplificación de la volatilidad propia a este sector que de suyo debe arreglárselas con las imprevisibles veleidades del clima. Resultado: los precios del trigo, del arroz y de la soya se van a las nubes y los especuladores llegan como las moscas a la mierda.

La ONIGC, un organismo público francés que sigue la evolución de los mercados agrícolas, estima que los cereales están siendo utilizados como valores refugio, como ocurre con el petróleo, el oro, y otras materias primas. En Chicago, dice el diario parisino “Le Monde”, se constatan fluctuaciones de hasta 100 U$ en el precio de la tonelada de trigo en una misma sesión, o sea una variación de 20% del precio cotizado en el día.

En Chicago la mayor parte de los contratos a futuro no se traducen por ninguna entrega, porque a los especuladores la mercancía les tiene sin cuidado: lo que les interesa es el lucro que se puede obtener comprando y vendiendo, vendiendo y comprando.

Ahora bien, solo un 17,2% de la producción de trigo mundial es exportada, 12,5% de la de maíz, y 7% de la de arroz, lo que explica, según la ONIGC, que un ligero desequilibrio genere variaciones de precio enormes.

Para prevenir la escasez en su mercado interno muchos países comienzan a limitar sus exportaciones, otros a constituir stocks estratégicos, en fin, que todo esto alimenta una especulación desenfrenada.

“Las materias primas agrícolas se banalizan como objetos de mercado”, explica el Sr. Fabien Bova, director de la ONIGC. Algunos especuladores no se limitan a operar en los mercados de futuros sino que además compran tierras en África, América del Sur, Uzbekiztan o Kazakhtan.

En el ámbito mundial el consumo de cereales aumenta más rápido que su producción y las reservas están en un nivel mínimo. La FAO estima que para garantizar la alimentación mundial es necesario disponer de al menos dos meses de reservas. Ese nivel ya no existe.

"Si se le permite a los fondos de pensiones invertir en la alimentación… ¿a donde vamos a parar?”, se pregunta Philippe Pinta, presidente de la Asociación General de Productores de Trigo de Francia. Buena pregunta en efecto. Hay quién sugiere la prohibición de la especulación sobre las materias primas alimenticias, lo que equivale a prohibir la pobreza o a aprobar una ley que detenga la luna. Otros sugieren la creación de mecanismos de regulación.

Por otra parte, las prácticas especulativas de los mencionados fondos hacen temer que un día decidan irse con sus inversiones a otro sitio, generando una brutal baja de los precios de los cereales, disuadiendo de ese modo a los agricultores de sembrar cereales, agravando finalmente la crisis alimenticia.

Parece curioso: mientras más avanza el planeta en el camino hacia la liberalización total de los mercados, más necesaria y urgente se hace la regulación rigurosa de los mercados.

Después de la quiebra generalizada de los mercados financieros en los Estados Unidos, el gobierno federal se decidió a otorgarle más poderes a la FED para regular los mercados financieros.

Puede que una hambruna generalizada, y las consiguientes consecuencias sobre la estabilidad política y social de buena parte del planeta, convenza a quienes manejan la manija de regular los mercados agrícolas.

Aunque como ya sabemos... “toda crisis genera nuevas oportunidades de negocio”.

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Luis Casado es ingeniero del Centre d’Etudes Supérieures Industrielles (CESI, Paris, Francia), profesor del Institut National de Télécommunications (INT) y miembro del Comité Central del Partido Socialista de Chile.

24 de abril de 2008

Gaby

Por Manuel Riesco*

La actual administración de Codelco ha declarado que va a honrar el compromiso de su antecesora y procederá a enajenar el 49% del nuevo yacimiento Gaby. Ciertamente tienen razón los que se oponen a la privatización de esta filial. Como ha declarado el propio Juan Villarzú, el negocio hay que echarlo para atrás. Existe amplio consenso que es un desastre para Chile y peor aún para Codelco. Debe impedirse a toda costa.

Se originó en la política de exigir el traspaso al Estado del 100 por ciento de sus excedentes, lo cual la deja sin capacidad de inversión. Viene de tiempos de la dictadura y ha sido mantenida sin cambios. Su lógica es que Hacienda debe hacerse con todos los excedentes y luego decidir si reinvierte parte de ellos en la minera. Casi siempre los niegan, aduciendo que compiten con proyectos sociales de altísima rentabilidad. Ello no es más que un pretexto, puesto que los han venido devolviendo al sector privado por la vía del "superávit estructural." Así liquidan la "gallina de los huevos de oro".

Si el directorio de una empresa privada siguiera una política similar los accionistas los echarían a patadas, puesto que disminuye su valor y pone en riesgo su supervivencia. Esto lo saben quienes se han empecinado en aplicarla por décadas. No les importa, puesto que en su fuero íntimo son partidarios de privatizarla. Cuentan para ello con el aval de los grandes empresarios, que entienden asimismo la insensatez de tal política. La apoyan en este caso porque debilita y empuja la privatización de la "joya de la corona" ¡para quedarse con ella!

Gravísimas como son, la privatización de Gaby y la política de excedentes, resultan un pelo de la cola en el distorsionado cuadro general de la política minera chilena. Para los países que poseen recursos naturales, la estrategia consiste en maximizar y capturar íntegramente su renta. Para ello, el mecanismo más sencillo y eficaz es su nacionalización. Casi todos los países petroleros en la actualidad han nacionalizado sus yacimientos. Aquellos que los habían entregado en el curso de décadas pasadas los han recuperado en su mayor parte, como Rusia, Bolivia, Ecuador y Venezuela, por nombrar algunos.

Generalmente, permiten la operación de las tra nsnacionales en su territorio, pero bajo condiciones que aseguran al Estado la mayor parte de la renta. El país que tiene la mejor política minera es Noruega, que aplica un conjunto flexible de medidas que se adecuan constantemente a las condiciones del mercado y aseguran la captura de casi toda la renta. Al mismo tiempo, ofrece condiciones de ganancias razonables a las operadoras privadas y todas las transnacionales operan allí sin problemas. Casi todos concluyen que la instalación de una gran empresa pública es la mejor forma de internalizar la captura de la renta. Es por eso que Noruega adicionalmente reserva la parte del león para Statoil, la gran petrolera estatal. Al mismo tiempo ha permitido que ésta opere en el mercado mundial compitiendo mano a mano con las transnacionales. Políticas similares son aplicadas por China y Brasil, entre muchos otros, además de los mencionados.

Chile nacionalizó sus recursos minerales en 1971, política que aún consigna la constitución que nos rige. Sin embargo, ha venido siendo burlada a partir del resquicio de la "concesión plena" introducida en 1981 por José Piñera, el ministro de Pinochet, y reforzada luego sucesivamente por los gobiernos de la Concertación.

Estos últimos, aparte de no corregir nada significativo, son responsables del traspaso de pertenencias mineras de Codelco a Enami y su privatización posterior. El resultado es que actualmente más del 70 por ciento del cobre se encuentra en manos privadas, en su mayoría extranjeras, que en el curso de los tres últimos años han venido retirando renta por un monto anual equivalente a más de dos terceras partes del presupuesto del Estado de Chile. Es decir, un puñado de empresas que se pueden contar con los dedos de una mano, están retirando recursos que nos pertenecen a todos los chilenos, y que nos permitirían duplicar todo el gasto en previsión, educación, y salud.

Tanto o más grave es el hecho que les está posibilitando adquirir una posición de monopolio en el mercado del cobre, desplazando a Codelco. Actualmente, BHP Billliton, la mayor minera del mundo, la ha superado como la principal productora de cobre en Chile. A nivel mundial, BHP Billiton está actualmente intentando comprar Rio Tinto, que es la tercera mayor minera global, por la cual ha ofrecido 130.000 millones de dólares. La intención de BHP es formar una minera gigante que pasaría a dominar varios metales. Entre ellos el cobre, desde luego, pero asimismo el hierro, donde la suma de ambas empresas superaría al líder actual, la Brasileña Vale do Rio Doce.

La movida de BHP no ha dejado a nadie indiferente. La primera en reaccionar ha sido China, que ha adquirido un 12% de Río Tinto mediante una operación conjunta de la estatal China de aluminios y la estadounidense del mismo rubro, ALCOA. Durante las primeras semanas de abril 2008, se ha especulado que el gobierno chino habría adquirido un 6% de la propia BHP Billiton. Es una demostración de como mueven sus piezas las empresas y países que operan en estos mercados.

¿Que hace Chile entretanto? No solo ahoga a su única empresa relevante, sino que la obliga a entrar en tratos que amenazan con culminar en la venta de parte de ella a la China Minmetal. Más grave aún, está regalando la renta de sus minerales a su principal competidora - BHP Billiton -, de modo tal que le permite consolidar su dominio en el mercado del cobre. Adicionalmente, financia su dominio del mercado del hierro, amenazando a una de las principales empresas del Brasil, país aliado natural de Chile.

Esto conforma un cuadro gravísimo para los intereses nacionales. Es el asunto estratégico más urgente que debe resolver Chile en la actualidad. El sistema político de la transición se ha demostrado incapaz de afrontarlo, en realidad lo ha agravado. Ello demuestra la urgente necesidad de cambios políticos de fondo que permitan la instalación de un nuevo bloque en poder, capacitado para asumir los grandes desafíos del desarrollo nacional. En el resto de América Latina ya ha ocurrido en buena medida. La pregunta no es si va a suceder en Chile, sino cuando. Mejor más temprano, puesto que cada año nos significa el equivalente a todo el presupuesto social del Estado.

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*Manuel Riesco es director de Cenda.

22 de abril de 2008

Octavio Paz y la conversación política

Por Eduardo Saavedra Díaz*

2008 es un año de grandes aniversarios políticos. Por mencionar sólo algunos de los más importantes, se cumplen 60 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, el más ambicioso pacto social a escala mundial que haya constituido la humanidad, y cuatro décadas del más retumbante año del siglo XX, el axial 1968, que bajo el sonido del “álbum blanco” de los Beatles estuvo marcado por masivas rebeliones estudiantiles, como el mayo francés y su consigna “imaginación al poder”, la expansión del movimiento hippie desde las universidades norteamericanas en protesta por la guerra de Vietnam o la pacífica movilización estudiantil en el barrio de Tlatelolco en ciudad de México por reformas democráticas y que fue brutalmente reprimida por el gobierno.

También se cumplen 20 años del memorable plebiscito que permitió el retorno a la democracia en Chile y una década de la detención del general Pinochet en Londres, la que sentó un histórico precedente en materia de justicia internacional por crímenes contra los derechos humanos.

Pero este año además se conmemora un aniversario político no menos importante para la historia del mundo, especialmente de América Latina. Me refiero a los 10 años de la muerte del célebre escritor mexicano Octavio Paz, ocurrida el 19 de abril de 1998. Y digo que se trata de un aniversario político, porque este gran poeta y ensayista, además de ser el último latinoamericano en recibir el Premio Nobel de Literatura (1990), fue un gran pensador de la conversación política.

A través de polémicos ensayos reunidos en libros como "El laberinto de la soledad" (1950-59), "Postdata" (1970), "El ogro filantrópico" (1979), "Tiempo nublado" (1983) o "Pequeña crónica de grandes días" (1990), Paz manifestó su más sentido repudio a los totalitarismos, las dictaduras militares, la hegemonía de las grandes potencias, las burocracias estatales y sindicales, el patrimonialismo, el centralismo, el populismo, el denominado "arte comprometido", entre otros males que constituyen graves atentados a la libertad, la igualad y la dignidad de los hombres.

Como testigo de la gran noche del siglo XX, el Nobel mexicano fue un acérrimo defensor de la crítica y del pluralismo como pilares fundamentales de la vida política, la que concibió no sólo como el “arte de gobernar” sino esencialmente como “arte de convivir” y no el de imponer una determinada forma de vida a los distintos modos de vida humanos, sean individuales o colectivos. De ahí su más alto compromiso con la democracia como único medio posible para lograr cambios. “Sin democracia –decía- los cambios son contraproducentes; mejor dicho: no son cambios”. De ahí también su renuncia como embajador de México en la India a raíz de su enorme indignación por la matanza en Tlatelolco.

Paz estuvo siempre convencido que la conversación no es divina sino intrínsecamente humana, desde el momento que todos los seres humanos somos mortales y nadie puede determinar el destino de la humanidad. Por ello defendió la libertad, como aquella condición que distingue al hombre del resto de los seres vivientes, valor que no es una fe sino algo mejor: una elección y que por ser algo que escogemos y no algo que nos escoge radica no su debilidad sino su fuerza. Por lo tanto, la libertad es una condición que no se define, simplemente se ejerce a través de la crítica, la que se funda en la tolerancia y permite que la democracia no degenere en demagogia.

Y la demagogia es precisamente la triste realidad que la pluma de Paz observa en las democracias latinoamericanas, invadidas por la corrupción y el secretismo, dos “virtudes cardinales” de nuestra antimoderna tradición patrimonialista heredada de la Contrarreforma hispánica. Por consiguiente, América Latina debe tener voluntad de asumir (y la más poderosa democracia capitalista occidental recordar) que la libre crítica es la piedra angular de la conversación política. De lo contrario, continuarán soplando los vientos de autoritarismo espirados por ese “ogro filantrópico” que sólo conocemos por la inmensidad de sus devastaciones.

Sin embargo, allí está la sombra de un Octavio Paz arrojada por sus palabras para decirnos nuevamente que ”la crítica es el aprendizaje de la imaginación en su segunda vuelta, la imaginación curada de fantasía y decidida a afrontar la realidad del mundo”, la crítica que nos dice que “debemos aprender a disolver los ídolos: aprender a disolverlos dentro de nosotros mismos” y que “tenemos que aprender a ser aire, sueño en libertad”. Imaginación al poder y poder de la imaginación.

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*Eduardo Saavedra es abogado.

Lugo: el cambio necesario en Paraguay

Por Esteban Valenzuela*

El ex obispo Fernando Lugo acabó con 60 años de dominio político del Partido Colorado en Paraguay. Aliado al Partido Liberal y un conjunto de agrupaciones políticas y sociales de centro izquierda, obtuvo el 41% de los votos sobre Blanca Olevar, venciendo a la candidata oficialista que sacó el 31% y al ex general Lino Oviedo con el 21%.

El Presidente del Congreso, senador Miguel Abdón Saguier, extendió una invitación a parlamentarios amigos de América Latina que actuamos como veedores. Teníamos otra razón poderosa para asistir: a distintas autoridades les pedimos que soliciten diligencia a los tribunales de Itapua, zona donde el año 2007 fue asesinado el periodista chileno Tito Palma, quien denunció mafias locales de contrabando y corrupción. El Colegio de Periodistas se sumó a nuestra demanda de verdad y justicia en este doloroso caso.

Lo de Tito Palma habla de la corrupción que tiene estancado al Paraguay. El país de seis millones de habitantes tiene una economía estancada, el Estado no genera redes de ayuda social, la salud pública no llega a los pobres, no hay planes eficaces en vivienda, no se generan nuevas oportunidades de empleo. El éxodo de paraguayos es dramático; sólo el año pasado fueron 180 mil jóvenes que abandonaron las tierras guaraníes hacia USA, España y Argentina. El desastre social se basa en un sistema clientelista de cooptación del Estado y una tolerancia a la corrupción, que tiene su paradigma en la aceptación del contrabando y el rentismo fácil. La demanda hacia Brazil de que pague un mayor precio por las megacentrales hidroeléctricas parece sensata, pero no debe convertirse en un espejismo como varita mágica: el desafío estructural es modernizar el Estado, hacer reformas sociales e impulsar a los sectores exportadores con mayor diversificación.

El triunfo de Lugo, con una buena participación (65% del electorado), viene a sellar una transición de diez años que comenzó en 1989, cuando Strossner es derrocado por el General Rodríguez. Luego se produjeron aperturas sucesivas de espacios, como el triunfo del joven socialdemócrata Carlos Filizzola (hoy senador de País Solidario) en la alcaldía de Asunción, la administración de parte de los liberales de departamentos claves como el central (Paraguay acepta como todo occidente la elección de las autoridades regionales, sólo negada en Chile). Viene la regeneración lenta y conflictiva de las instituciones democráticas, con un gran retroceso en el asesinato del Vicepresidente Argaña a fines de los 90, hasta hoy impune (uno de los cuellos de botella es la falta de independencia del poder judicial). La oposición fue también errática y el Partido Colorado siguió en el poder en un caso inédito de sustitución de régimen político y permanencia en el poder del mismo partido que sostuvo el autoritarismo, en gran medida a la yuxtaposición de Estado y Partido, que se expresa en la militancia colorada de la casi totalidad de los funcionarios públicos.

El triunfo de Lugo se explica por el carisma del ex Obispo de San Pedro en un país donde se declara católico el 95% de sus habitantes. Lugo se politizó en su misión Pastoral en que vivió de cerca la pobreza y falta de tierras y redes de ayuda a la población rural. Aunque se le ha querido caricaturizar de "chavista", el ex obispo mantiene un discurso moderado, de esperanza para todos los paraguayos y anunció que no habría caza de brujas contra los colorados. Lugo sabe, además, que numerosos colorados disidentes le dieron respaldo, incluyendo a quienes perdieron en cuestionadas internas partidarias con la candidata Olevar. Además, necesita alianzas en el Congreso para hacer los cambios con gobernabilidad. El partido de centro emprendedor, Patria Querida, obtuvo un buen resultado parlamentario, y muchas voces nos dijeron que sería recomendable que Lugo los incorporara para tener un manejo eficaz de la economía y de la administración.

Las elecciones fueron limpias, hubo nutrida prensa opositora, diez listas al parlamento, y los hechos dudosos fueron aislados, como los casos de compra de cédulas en que se sorprendió a militantes colorados en una barriada pobre de Asunción. El Presidente Duarte reconoció el triunfo y prometió una transición adecuada del poder que se verificará en agosto.

En las calles hubo alegría sin euforia. El ánimo general es de moderada esperanza por la conciencia del arduo trabajo que les espera. Al Presidente del Senado, le reiteramos nuestra felicitación y le recordamos que hacer verdad y evitar la impunidad en el caso de Tito Palma, es una tarea de las nuevas autoridades para que en Paraguay prime la ley, como base de la consolidación democrática.

En el aeropuerto de Asunción se ven familias con lágrimas en los ojos despidiendo a sus hijos jóvenes que emigran. Lugo sabe que su misión profética es hacer real la esperanza que ganó este abril.

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*Esteban Valenzuela es periodista y diputado de Chile Primero

En el Día de la Tierra

Por Sebastián Ainzúa Auerbach*

Hoy se conmemora en el mundo el “Día de la Tierra” y es un momento propicio para poner en el debate las condiciones en las que se encuentra el planeta actualmente. Vivimos un periodo de severos daños sobre el medio ambiente que tienen como causas el excesivo crecimiento del consumo de recursos naturales y la desmedida expansión de la economía mundial. Estos fenómenos han existido siempre, pero hoy, gracias a la globalización, se ven profundizados por la mayor interacción entre las economías.

La globalización de la economía mundial se ha llevado a cabo aún cuando no existen compromisos concretos para con el respeto al medio ambiente, ni menos con la equidad social. Ella atenta contra del desarrollo sustentable haciendo cada vez más difícil concretar sus objetivos.

Basta con observar los dañinos efectos del exceso de producción y comercio sobre los ríos, lagos y sobre la tierra, la excesiva extracción de peses y el envió de desechos industriales a las aguas, la discriminada tala de los bosques y los incendios intencionales -con el fin de generar terrenos adecuados para la plantación de pinos y eucaliptus- la introducción de especies y los problemas que estos generan sobre la biodiversidad.

La pregunta clave aquí es ¿hasta cuándo vamos a poder seguir sobre explotando y degradando nuestros recursos naturales? y ¿qué va a pasar cuando esto ocurra? En efecto, si bien durante mucho tiempo la sobre explotación no ha tenido efectos dramáticos sobre la sociedad, lo cierto es que las tasas de utilización no pueden seguir creciendo en la misma dimensión que lo han hecho hasta ahora.

Las cifras lo confirman: la mitad de los humedales del mundo se destruyeron en el siglo pasado; la actividad forestal y la conversión han reducido los bosques mundiales a casi la mitad; cerca del 9% de las especies mundiales de árboles están en riesgo de extinción; la deforestación tropical excede los 130 mil kilómetros cuadrados por año; la flota pesquera es 40 por mayor a lo que los océanos pueden sostener. De hecho cerca del 70 por ciento del stock mundial de peces marinos está siendo sobre explotado o están siendo pescados en sus límites biológicos.

Evidentemente, todo lo que se ha dicho permite sostener que la economía ha perdido sus puntos cardinales y lo que constituye su razón de ser –la administración racional de los recursos escasos- está lejos de ser el resultado del ejercicio de reflexión adecuada respecto de cómo manejar los recursos.

Actualmente el sistema económico se ve a sí mismo como un sistema autosustentado, independiente del sistema físico, lo que implica una brutal incapacidad de la economía a circunscribirse a los límites de la realidad. Si el medio natural es un recurso altamente escaso y que limita las posibilidades de desarrollo futuro, entonces, éste debería ser el objeto de estudio central de la ciencia económica. Entonces, hoy más que nunca se hace urgente y necesario reorientar los rumbos de la economía.

Es por eso que surge la discusión sobre el desarrollo sustentable en la economía, para decir que ésta debe retomar su centro de gravedad y darle a los recursos naturales la dimensión real y objetiva que tienen, para así promover un cambio importante en el modo de utilizar los recursos naturales.

En otras palabras, la senda del desarrollo sustentable implica retomar la razón económica como guía en la búsqueda de la asignación óptima de los recursos y alcanzar mayores niveles de bienestar para la población. Esto significa que en el caso de los recursos renovables como los bosques, los peces o el agua, la tasa de utilización o cosecha no puede exceder a la tasa de regeneración natural de éstos y la tasa de generación de residuos y contaminantes no deben superar la capacidad de absorción del medio ambiente. Para aquellos recursos no renovables, como el cobre o el petróleo, la generación de residuos tampoco debe superar la capacidad natural de los ecosistemas, el agotamiento de los recursos no renovables en tanto, debe ir necesariamente acompañado de inversiones para el desarrollo y la creación de recursos renovables (por ejemplo, la reforestación) lo que permite a futuro sustituir al recurso en proceso de agotamiento.

Finalmente, en una época llena de incertidumbre como la actual, una condición mínima de prudencia es asegurar un cierto nivel de capital natural o incluso de incrementarlo para el futuro, ya que una hipótesis plausible sobre el futuro es la creciente escasez de recursos naturales para hacer funcionar las economías del mañana y, en consecuencia, no debería continuarse con la reducción de dicho capital.

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*Sebastián Ainzúa Auerbach es economista de la Fundación Terram

21 de abril de 2008

Matrimonio por conveniencia

Por Arturo Arriagada I.*


Al ser la principal plataforma para comunicar masivamente los logros de un gobierno, los medios de comunicación se han convertido en actores clave de la política actual. Para que un gobierno sea calificado como exitoso, debe haber mostrado sus triunfos por televisión. Pero para saber si un gobierno lo ha hecho bien o mal, los medios son los llamados a fiscalizarlos. Por esto, el montaje que quedó al descubierto durante la inauguración de un hospital en Curepto, refleja tanto los problemas del gobierno de Bachelet para comunicar sus triunfos, como la escasa capacidad de fiscalización de los medios de comunicación.
Ya habían tenido una advertencia en junio de 2006 los miembros del “equipo de avanzada” del gobierno. Fue cuando Bachelet se enfrentó a los enfurecidos pobladores de Chiguayante que le pedían retirarse del lugar para sacar los cuerpos de sus familiares muertos por un alud. Allí quedó en evidencia la poca experiencia en terreno de sus asesores para evitar situaciones conflictivas. Ahora el desastre fue distinto, ya que demostró que en política muchas veces las apariencias engañan. Pero para que esto no ocurra, los gobiernos deben tener definida una política comunicacional, es decir, un plan que permite a los ciudadanos comprender lo que el gobierno quiere (sus objetivos), las formas para conseguirlo (diseño de políticas públicas) y en qué se traduce para los ciudadanos (beneficios/impacto). Esto significa comunicar permanentemente lo que se quiere hacer, lo que se está haciendo para lograrlo y los resultados de esos logros.
Hay veces en que Bachelet lo hace. Al comunicar la intención de crear una “red de protección social”, Bachelet planteó su objetivo ante la opinión pública. Luego, al presentar un proyecto de ley, estableció el mecanismo para cumplir el objetivo. Finalmente, cuando se aprobó el proyecto, Bachelet y su equipo comunicaron el logro a través de la televisión para informar a la mayor cantidad de personas. Pero el desastre de Curepto pone nuevamente en tela de juicio la política comunicacional del gobierno, como también la nula preparación de sus asesores para impulsarla. Por eso es de extrañar que junto a los ya destituidos de sus cargos, no figuren los encargados del ahora famoso “equipo de avanzada”.
Al no existir una política comunicacional definida, Bachelet cae en errores que atentan contra su principal capital: la confianza de los ciudadanos. Primero fue el decálogo contra sus ministros, luego el desastre de Chiguayante y ahora Curepto, todas señales que impiden convertir situaciones adversas en logros. Lo que también se manifiesta en las encuestas que reflejan una baja en las preferencias hacia su gobierno desde que asumió. Las mismas donde los chilenos dicen confiar más en los medios de comunicación que en los actores políticos.
Si bien la política mediatizada puede atentar contra la interacción cara a cara entre gobernantes y gobernados, también hace posible que miles de ciudadanos estén al tanto de los logros y errores de sus gobiernos. Pero para que los medios no queden como las víctimas de las maniobras políticas, también deben anteponerse a los hechos. En el caso de Curepto, los medios creyeron en un montaje mal armado, lo informaron y recién después de algunas semanas de denunciado – cosa que tampoco hicieron- dieron cuenta de las irregularidades que allí ocurrieron.
Más que construir realidades, los medios actúan como filtros que –de acuerdo a sus líneas editoriales, agendas y objetivos –distorsionan las fortalezas y debilidades de los gobiernos. Por ello, la política comunicacional del gobierno de Bachelet no depende de los medios, sino de lo que ella quiera mostrar como sus logros a los chilenos. Por eso el desastre de Curepto no es culpa de la mediatización de la política hoy en día, sino de las personas que quisieron mostrar como logro un trabajo mal hecho. Pero sí los medios fallaron al no adelantarse a esa situación y terminaron siendo golpeados por el gobierno.
Por más que critiquen el actuar de los medios de comunicación, los políticos han encontrado en ellos a su mejor aliado para construir realidades. Pero para que sean efectivas y construyan vínculos con la ciudadanía, la realidad se debe sustentar en hechos. Y Bachelet no es la excepción. Si su gobierno insiste en trabajar sin una política comunicacional establecida que le permita difundir sus logros, las negativas consecuencias de este matrimonio por conveniencia seguirán siendo hechos como los ocurridos en Curepto.

*Arturo Arriagada es profesor de la Escuela de Periodismo de la UDP.