Por Luis Casado*
¿Te gustó la crisis de los créditos hipotecarios basura? ¡Te va a encantar la crisis del pan nuestro de cada día! Y no es que la otra haya terminado: hoy por hoy los bancos siguen escondiendo la pelota mientras que las aseguradoras de créditos amenazan quebrar, como AMBAC, que declara pérdidas de 3 mil cien millones de dólares y ve con pavor que el curso de su acción tiende a cero.
Pasa que la “volatilidad de los mercados” se propaga a otras esferas y, como dicen los especuladores “toda crisis genera nuevas oportunidades de negocio”. Esta vez le toca a los productos alimenticios, a los cereales.
Oliendo un indesmentible aroma a lucro fácil, los fondos de inversión entraron a saco en los mercados agrícolas provocando una amplificación de la volatilidad propia a este sector que de suyo debe arreglárselas con las imprevisibles veleidades del clima. Resultado: los precios del trigo, del arroz y de la soya se van a las nubes y los especuladores llegan como las moscas a la mierda.
La ONIGC, un organismo público francés que sigue la evolución de los mercados agrícolas, estima que los cereales están siendo utilizados como valores refugio, como ocurre con el petróleo, el oro, y otras materias primas. En Chicago, dice el diario parisino “Le Monde”, se constatan fluctuaciones de hasta 100 U$ en el precio de la tonelada de trigo en una misma sesión, o sea una variación de 20% del precio cotizado en el día.
En Chicago la mayor parte de los contratos a futuro no se traducen por ninguna entrega, porque a los especuladores la mercancía les tiene sin cuidado: lo que les interesa es el lucro que se puede obtener comprando y vendiendo, vendiendo y comprando.
Ahora bien, solo un 17,2% de la producción de trigo mundial es exportada, 12,5% de la de maíz, y 7% de la de arroz, lo que explica, según la ONIGC, que un ligero desequilibrio genere variaciones de precio enormes.
Para prevenir la escasez en su mercado interno muchos países comienzan a limitar sus exportaciones, otros a constituir stocks estratégicos, en fin, que todo esto alimenta una especulación desenfrenada.
“Las materias primas agrícolas se banalizan como objetos de mercado”, explica el Sr. Fabien Bova, director de la ONIGC. Algunos especuladores no se limitan a operar en los mercados de futuros sino que además compran tierras en África, América del Sur, Uzbekiztan o Kazakhtan.
En el ámbito mundial el consumo de cereales aumenta más rápido que su producción y las reservas están en un nivel mínimo. La FAO estima que para garantizar la alimentación mundial es necesario disponer de al menos dos meses de reservas. Ese nivel ya no existe.
"Si se le permite a los fondos de pensiones invertir en la alimentación… ¿a donde vamos a parar?”, se pregunta Philippe Pinta, presidente de la Asociación General de Productores de Trigo de Francia. Buena pregunta en efecto. Hay quién sugiere la prohibición de la especulación sobre las materias primas alimenticias, lo que equivale a prohibir la pobreza o a aprobar una ley que detenga la luna. Otros sugieren la creación de mecanismos de regulación.
Por otra parte, las prácticas especulativas de los mencionados fondos hacen temer que un día decidan irse con sus inversiones a otro sitio, generando una brutal baja de los precios de los cereales, disuadiendo de ese modo a los agricultores de sembrar cereales, agravando finalmente la crisis alimenticia.
Parece curioso: mientras más avanza el planeta en el camino hacia la liberalización total de los mercados, más necesaria y urgente se hace la regulación rigurosa de los mercados.
Después de la quiebra generalizada de los mercados financieros en los Estados Unidos, el gobierno federal se decidió a otorgarle más poderes a la FED para regular los mercados financieros.
Puede que una hambruna generalizada, y las consiguientes consecuencias sobre la estabilidad política y social de buena parte del planeta, convenza a quienes manejan la manija de regular los mercados agrícolas.
Aunque como ya sabemos... “toda crisis genera nuevas oportunidades de negocio”.
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Luis Casado es ingeniero del Centre d’Etudes Supérieures Industrielles (CESI, Paris, Francia), profesor del Institut National de Télécommunications (INT) y miembro del Comité Central del Partido Socialista de Chile.