13 de junio de 2008

LGE: Lío General en Educación

Por Manuel Riesco*


La reforma educacional parece enredada en un lío sin remedio. El sistema público continúa bajo el acoso de una minoría privilegiada cegada por sus prejuicios. Durante la dictadura lo desmantelaron con saña revanchista. Amarraron su continuado deterioro mediante la LOCE. Hoy se aferran a mantener el mismo marco con otro nombre. Su masivo intento de reemplazarlo por un mercado educacional impuesto a la fuerza produjo resultados de baja calidad, alta segregación y elevado costo para las familias. El sistema en su conjunto ha entrado en crisis y no puede continuar como está. La abrumadora mayoría del país es partidaria de reconstruir un sistema público que garantice una educación gratuita y de calidad en todos los niveles. Está en lo cierto. Esa es la solución más rápida y eficaz para alcanzar rápidamente los niveles de calidad y cobertura que han logrado los líderes mundiales. Así lo hicieron ellos. Para proyectar el desarrollo nacional, el sistema educacional público no puede continuar como rehén de los designios de esta minoría.

A lo largo buena parte del siglo XX, el Estado chileno, bajo gobiernos de signos muy diversos que compartieron una misma estrategia, logró construir un sistema público de alcance nacional. En 1973 ofrecía educación gratuita de reconocida calidad a 30 de cada cien chilenos de todas las edades, y su presupuesto alcanzaba al 7% del Producto Interno Bruto (PIB). Fue el instrumento principal del gran cambio social, que transformó en ciudadanos a un pueblo cuya abrumadora mayoría eran inicialmente campesinos analfabetos.

Pinochet lo desmanteló brutalmente. Expulsaron profesores y alumnos. Centenares fueron víctimas de las peores formas de represión. Pusieron uniformados de rectores. Quemaron libros, prohibieron asignaturas, cerraron facultades. Expulsaron de la universidad al Instituto Pedagógico. Redujeron el presupuesto a la mitad y los sueldos de los profesores a la tercera parte. En 1982 había menos alumnos que en 1974. Desperdigaron las universidades por las regiones y los colegios por los municipios. Intentaron forzar un mercado educacional, subsidiando a privados al tiempo que ahogaban los públicos. Pretendieron eternizarlo mediante la LOCE.

Los gobiernos democráticos cometieron el error de mantener el esquema. Al mismo tiempo, hacían esfuerzos importantes por recuperar los deteriorados niveles de gasto público y remuneraciones del magisterio.

No lograron impedir el continuado desmantelamiento del sistema público. Hoy tiene un millón de alumnos menos que hace treinta años. En condiciones peores. El magisterio no logra recuperar su nivel salarial anterior al Golpe. El presupuesto educacional alcanza a menos del 3,5% del PIB, la mitad de la proporción de entonces.

Los establecimientos privados se multiplicaron mientras los públicos se desmantelaban. Han absorbido a 9 de cada 10 alumnos adicionales a partir de 1990, y casi la mitad del incremento del presupuesto. Hoy representan la mitad de los alumnos y profesores. La mitad del gasto educacional es desembolsado por las familias. Sin embargo, la mezcla de establecimientos públicos deteriorados y privados con fines de lucro ha resultado de calidad deficiente, onerosa para las familias y escandalosamente segmentada por niveles de ingreso y posición social.

Al término de la dictadura, el número de estudiantes respecto de la población total se había reducido a 25%, y hoy no supera el 27%. Es decir, proporcionalmente, hay menos chilenos estudiando en establecimientos públicos y privados que antes del Golpe. Paralelamente, una disminución de la proporción en edad escolar ha permitido aumentar la cobertura en todos los niveles, y en el terciario extenderla a sectores que antes no la tenían. Sin embargo, el disminuido esfuerzo general ha retrasado la cobertura de este último nivel. De haberse mantenido las tasas de crecimiento logradas hasta 1973, Chile habría sobrepasado a Argentina, que hoy lo supera ampliamente en este aspecto, y alcanzado a los países líderes, que exhiben cobertura terciaria completa.

La solución es bastante clara. Consiste sencillamente en dotar a cada barrio - empezando por los más pobres - de un colegio público gratuito de excelencia, donde los vecinos puedan enviar a sus hijos en la seguridad que serán muy bien educados. Al mismo tiempo, cada región debe contar con universidades y otros establecimientos superiores, públicos y gratuitos, que aseguren el acceso a este nivel a todos los jóvenes, y ofrezcan una base sólida y estable a la investigación científica, innovación tecnológica y creación intelectual y artística.

Esto es lo que han construido los países desarrollados. También aquellos que han logrado salir del subdesarrollo y se proyectan como líderes en el siglo que se inicia. En toda Europa, hasta en los barrios más modestos y pueblos más pequeños, se aprecian los magníficos edificios de colegios y universidades públicas. Más del 92% de los alumnos estudia en ellos. Una proporción similar del gasto educacional proviene del presupuesto fiscal. Algo parecido se verifica en todo el mundo desarrollado.

Chile puede transitar rápidamente hacia algo similar. A partir de todo lo construido a lo largo de un siglo, también lo más reciente. Un plan nacional de educación pública puede alcanzar estos objetivos, contando con las instituciones y recursos correspondientes, los cuales se encuentran disponibles. Se pueden establecer organismos que aseguren una administración moderna del conjunto, con grados adecuados de centralización y descentralización, asegurando la participación de todos los niveles del poder democrático y la comunidad escolar. Los establecimientos públicos existentes pueden hacer de cabeza en sus comunas y regiones, dotados de los recursos presupuestarios -esa es la forma adecuada de distribuirlos en el sector público- que permitan transformarlos en breve tiempo en colegios y universidades de primera.

El magisterio y académicos son los actores claves. Han fracasado una y otra vez la serie de intentos basados en el absurdo de concebir a colegios y universidades públicas como empresas privadas y a los docentes como empleados. En el mundo desarrollado, la base del sistema es el funcionario público docente y académico, que tiene aseguradas una carrera profesional de por vida, remuneraciones y jubilaciones decentes, y una posición social respetable. En el marco de un plan nacional de reconstrucción, magisterio y académicos chilenos van a apoyar resueltamente los cambios que garanticen su transformación en un cuerpo estable y de excelencia.

La reconstrucción del sistema de educación pública no excluye establecimientos particulares de excelencia en todos los niveles. Se puede mantener el actual sistema de subvenciones por alumno, pero solo para este sector, donde ha demostrado ser adecuado. Sin embargo, los subsidios deberán condicionarse a su incorporación al plan nacional, agregando su oferta a la de los establecimientos públicos en cada lugar.

Se puede ofrecer a los particulares subvencionados la opción de transformarse voluntariamente en establecimientos públicos, si sus respectivas comunidades optan libremente por esta alternativa. Esto ha ocurrido en España, por ejemplo, donde muchos colegios que inicialmente fueron privados hoy día forman parte del sistema público.

La participación de la empresa privada en el sistema puede ampliarse significativamente, como proveedores de servicios anexos a la educación, incluyendo locales, mientras la función docente se reserva al sistema público.

Finalmente, la experiencia de las universidades particulares con financiamiento estatal del Consejo de Rectores puede extenderse a otras universidades privadas, a las cuales por otra parte, se les puede ofrecer asimismo la opción de incorporarse al sistema público si sus comunidades optan por esta alternativa.

La reconstrucción sobre bases como éstas es perfectamente posible en breve tiempo. Las mismas se corresponden a las mejores prácticas de los países desarrollados y a la de Chile en el siglo XX. Evidentemente resulta el camino más directo hacia el desarrollo nacional y la integración social en beneficio de todos los sectores. ¿Que nos impide abordarla de inmediato?

El problema principal es que la elite social y económica chilena continúa presa de una mentalidad llena de prejuicios contra el sector público. Se originan en su pasado latifundista, superado gracias al rol progresista del Estado, en una transformación que culminó en forma revolucionaria, y en el cual el sistema educacional jugó un rol preponderante. Ello explica su desmantelamiento en niveles que sólo han experimentado países asolados por guerras civiles e invasiones.

Dicha actitud se potencia con el lobby de la industria educacional. La Iglesia suele jugar un papel no menor. Encuentran oídos dispuestos en una capa tecnocrática formada bajo la hegemonía del pensamiento neoliberal, cuya principal distorsión consiste en la convicción que los mercados resuelven todos los problemas. Estas maneras de pensar no van a cambiar pronto, probablemente no antes de un recambio generacional.

Con tales limitaciones ¿es posible abordar hoy el gran desafío? Ciertamente. La situación se parece a los años veinte del siglo pasado, cuando la oligarquía agraria desde el parlamento impedía iniciar el camino desarrollista que se tornaba imperioso. Sin embargo, a poco andar se establece un nuevo bloque en el poder, capaz de impulsar la nueva estrategia a lo largo de varias décadas. Algo parecido va a ocurrir necesariamente, ciertamente con actores y objetivos diferentes, adecuados a la realidad social y económica de hoy.

Ojalá que el cambio se produzca esta vez sin los estallidos sociales que ocurren de tanto en tanto. Las trancas del sistema político, que mantienen a la educación y al país como rehenes de un sector minoritario, no auguran nada bueno.

Mientras tanto, seguiremos presenciando el lío general de educación.

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*Manuel Riesco es director del CENDA

12 de junio de 2008

El hundimiento del Titanic

Por Sergio Ramírez*


El New York Times reduce drásticamente su planta de periodistas, y en los últimos años 3.600 de ellos han perdido sus puestos de trabajo en los medios de comunicación tradicionales, sólo en Estados Unidos. Le Monde pierde lectores y pierde dinero cada mes. El Boston Globe cesa a todos sus corresponsales en el extranjero para ahorrar recursos económicos. En América Latina hay un descenso de un diez por ciento anual de la publicidad que va a los diarios impresos, y un treinta por ciento de los anuncios clasificados.
El viejo buque de los diarios de papel parece hundirse al chocar con el iceberg de la información electrónica, que como todos los icebergs, apenas asoma la punta en un oscuro y helado mar de incertidumbres.
Sobre este choque que provoca ya las primeras fisuras en el barco, hablaron en la Casa de América de Madrid, en un encuentro patrocinado por la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano y la Fundación Carolina, tres maestros del tema: Rosental Alves, de Brasil, Jean-François Fogel, de Francia, y Gumersindo Lafuente, de España.
Algunos periódicos de extensa circulación tardan en acusar el golpe porque halagan constantemente a la clientela con ofertas, desde música, películas y libros, a aparatos electrónicos con descuentos; pero los expertos nos dicen que no todos los que compran el periódico porque se les da también algo barato, se convierte en lectores. Son periódicos que aumentan su circulación halagando al consumidor, pero no por eso se leen más.
El viejo adagio dice que una crisis representa el momento en que lo viejo muere, mientras lo nuevo empieza a nacer. E Internet, como forma masiva de comunicación, apenas está naciendo, y es más compleja, más participativa, y más invasiva que cualquier medio tradicional. Apenas intuimos como será en el futuro. El iceberg muestra su pequeña cúspide, y debajo aguarda su formidable masa, para irse revelando. Colectivos de información, redes de bloggers cada vez más extensas, periódicos digitales personales, hechos a la medida de cada quien, según gustos y necesidades.
Se trata, además, de un cambio de manos del poder de la información. Ahora no se tratará del poder de la empresas, sino del poder personal, doméstico, de quienes manejan desde su casa un sitio, o escriben un blog, y pueden convocar a decenas de miles de lectores, o interlocutores. Para esto no necesitan ni capital social, ni cuentas de publicidad, ni permiso ni licencia de los gobiernos. Y tampoco cobran por su producto ninguna suscripción, ni hay precio por ejemplar.
Avizoramos el sueño de la información libre y democrática, en manos sobre todo de los jóvenes, porque la mayoría de los participantes de Internet tiene menos de treinta años. Un estilo y un método de comunicación que estos jóvenes serán capaces de imponer en el futuro a la sociedad a través de los colegios y universidades, y de las empresas donde tengan sus puestos de trabajo, con lo que estarán creando un nuevo mundo, o lo están haciendo ya; así como los instrumentos tecnológicos que hacen posible este mundo, son obra también de jóvenes y adolescentes: valiente mundo nuevo.
Un diario impreso, la maravilla de la sociedad industrial a lo largo del siglo veinte, nos sigue contando lo que pasó ayer; pero ya nadie se entera a través de los diarios de lo que pasó ayer, salvo que se trate de sus ediciones en versión electrónica, que deben cambiar minuto a minuto sus titulares, y apoyarse en voz y en video, para buscar emparejarse con el flujo informativo constante que se genera desde miles de sitios en Internet. Se trata hoy en día nada menos que de competir, desde el papel, con espacios de noticias que nunca tienen cierre, porque siempre se están haciendo, y para los cuales no existe el ayer, y el presente es precario y volátil.
Y el diario que habrá podido resistir el choque con el iceberg, será aquel que no imprima en su portada la gran noticia de ayer, porque habrá pasado a otra dimensión de la información, ofreciendo más puntos de vistas que noticias, más análisis, más espacios de formación de opinión, más investigaciones.
Pero no es una lucha fácil. Los enemigos son muchos. El teléfono digital como sustituto del viejo periódico de papel, en el que leeremos las noticias a cada instante mientras van produciéndose. La pantalla tamaño bolsillo del kindler, el artilugio en el que también leeremos libros. O el periódico hecho de una hoja de plástico flexible, como lo vimos ya en Sentencia previa, la película futurista de Spielberg, en manos de lectores que viajan en el autobús: la hoja estará conectada a un chip transmisor, que generará las noticias, y en lugar de fotos fijas, tendremos videos. Un periódico virtual que usará “tinta electrónica”, millones de partículas capaces de moverse y acomodarse para formarse en letras, y en imágenes.
Los diarios, nuestros diarios de tinta y papel de todos los días, deberán cuidarse de no volverse prescindibles. Tendrán que reinventarse ellos mismos para poder vivir en la nueva era digital, habiendo nacido en una era anterior, la era industrial. Es lo que pasa con todas las especies vivas. O se adaptan a la nueva atmósfera, o perecen.


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*Sergio Ramírez es escritor, ex vicepresidente de Nicaragua (1984-1990)

11 de junio de 2008

A cien años del natalicio de Salvador Allende

Por Marcel Claude*

El 4 de diciembre de 1972, el entonces presidente de Chile, Salvador Allende, tuvo la oportunidad de presentarse ante la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York y dar cuenta del país que presidía. Muchas cosas han cambiado en el curso de los últimos 35 años pero otras son muy similares e incluso, en algunos casos, se ha profundizado la distancia entre lo deseable y la áspera realidad.

En cuanto a los cambios de signo negativo, una actualización al 2008 debería decir, por ejemplo: “Vengo de Chile, un país pequeño, en el que hoy cualquier ciudadano ya no es libre de expresarse como mejor prefiera, con una preocupante intolerancia cultural, religiosa e ideológica, donde la discriminación racial tiene cabida. Un país con una clase obrera atomizada en distintas y pobres organizaciones sindicales, donde el sufragio universal y secreto es cada día menos participativo y cada vez más el vehículo para consagrar un régimen político excluyente, con un Parlamento que sufrió una severa interrupción en su funcionamiento desde su creación hace 196 años y que permanece como un poder limitado y de dudosa representatividad popular, donde los tribunales de justicia no son independientes del Ejecutivo y de los poderes económicos y militares. Un país que desde 1981 cuenta con una carta constitucional creada de acuerdo a las necesidades de una oligarquía representada en la dictadura de Augusto Pinochet y avalada por los presidentes Aylwin, Frei Ruiz-Tagle, Lagos y Bachelet, cuya vida pública está organizada en instituciones civiles bajo la tutela de las Fuerzas Armadas, con un extremadamente limitado espíritu democrático. Un país con cerca de diecisiete millones de habitantes que en los últimos 30 años no ha logrado ningún premio Nobel de Literatura, como si lo hicieron Gabriela Mistral y Pablo Neruda, ambos hijos de modestos trabajadores de un Chile menos pretencioso y soberbio pero también más humano y noble”.
Siguiendo la misma línea argumental, hoy no es posible decir que el pueblo de Chile “se encuentra plenamente entregado a la tarea de instaurar la democracia económica, para que la actividad productiva responda a necesidades y expectativas sociales, y no a intereses de lucro particular”. Menos se podría añadir que “los trabajadores están desplazando a los sectores privilegiados del poder político y económico, tanto en los centros de labor, como en las comunas y en el Estado”. Más bien habría que decir que el proceso que vive el país es totalmente opuesto y no se dirige, como sostenía entonces Allende, hacia la superación del sistema capitalista, peor aún, se consolida un capitalismo cada día más salvaje y despiadado.
En su aplaudido discurso, Allende señalaba la necesidad de poner al servicio de las enormes carencias del pueblo chileno, la totalidad de nuestros recursos económicos, lo que tenía -según él- directa relación con la recuperación de la dignidad de Chile. Para Salvador Allende, debíamos acabar con una situación en la que nosotros, los chilenos, debatiéndonos contra la pobreza y el estancamiento, teníamos que exportar enormes sumas de capital en beneficio de la más poderosa economía del mundo, por lo que la nacionalización de los recursos básicos constituía una reivindicación histórica. Nuestra economía no podía tolerar por más tiempo la subordinación que implicaba tener más del 80% de las exportaciones, en manos de un reducido grupo de grandes compañías extranjeras que siempre habían antepuesto sus intereses a las necesidades de los países en los cuales realizaban sus operaciones lucrativas. Tampoco podíamos aceptar la lacra del latifundio, los monopolios industriales y comerciales, el crédito para beneficio de unos pocos ni las brutales desigualdades en la distribución del ingreso. Esta realidad denunciada por el entonces presidente Allende, no ha cambiado mayormente e incluso se ha agudizado, puesto que hoy los monopolios y la concentración de la riqueza son aún peores que en ese entonces; así también, la propiedad de la tierra y de los principales recursos naturales siguen siendo de usufructo del capital trasnacional y de los grupos económicos nacionales.
En relación al cobre, Allende denunciaba que “sólo en los últimos cuarenta y dos años se llevaron, en ese lapso, más de cuatro mil millones de dólares de utilidad…”. Cuánto más no habría que escandalizarse hoy en día cuando sólo en el año 2006, las compañías multinacionales que explotan el cobre chileno se llevaron la módica suma de 20 mil millones de dólares. En ese entonces, Allende comparaba cifras y pedía tener presente que con sólo una parte de esa suma se asegurarían proteínas para siempre a todos los niños chilenos. Respecto a las sumas que hoy extrae el capital extranjero podemos afirmar -como lo hiciera Allende- que se podría asegurar por muchos años una educación apropiada para todos los niños de Chile. Lo grave es que esto no sólo ocurre con el cobre, sino también con el agua, el suelo, y todos los recursos pesqueros y forestales de que dispone el país para su desarrollo.
En ese entonces -como hoy- con Allende podemos afirmar que “Chile es también un país cuya economía sigue enajenada a empresas capitalistas extranjeras…; un país con una economía extremadamente sensible ante la coyuntura externa, donde millones de personas han sido forzadas a vivir en condiciones de explotación y miseria, de cesantía abierta o disfrazada”.
A tanto ha llegado el retroceso de Chile en casi todos los aspectos que ni siquiera siguen siendo válidas las conclusiones de Allende, cuando se refería al pueblo chileno como políticamente maduro. Hoy es todo lo contrario, ya que como pueblo, exhibimos una inmadurez política mayúscula que impide por falta de práctica, capacidad reflexiva, desidia, flojera y hasta mediocridad superior, una participación activa y decidida para hacer frente a los saqueos, robos y todo tipo de abusos de que somos víctimas.
La trágica actualidad de ese ovacionado discurso de Allende, se extiende también a las consecuencias que él anunciara como resultado del proceso de globalización y que hoy se hacen cada día más evidentes, cuando sostenía que las perspectivas para Chile, como para tantos otros países del Tercer Mundo, no eran más que estar condenados a excluir de las posibilidades de progreso, bienestar y liberación social a más y más millones de personas, relegándolas a una vida infrahumana.
Así y todo, confiamos tanto como Allende en que los grandes valores de la Humanidad tendrán que prevalecer y no podrán ser destruidos.

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*Marcel Claude es director de Arena Pública, plataforma de opinión de la Universidad Arcis

10 de junio de 2008

Un poeta de Irak en Costa Rica

Por Javier Campos*


Recién llego de un festival internacional de poesía en Centro América. Fue el VII Festival en Costa Rica. Catorce poetas invitados de diversas partes del mundo. A parte de América Latina y del Caribe -estaba invitado el poeta cubano Miguel Barnet- venían de Egipto e Irak dos excelentes poetas y personas. ¿Qué sabemos de su poesía, esa que se escribe en regiones tan lejanas como El Cairo, Babilonia, Bagdad? A lo mejor algún lector de esta columna sí lo sabe, pero muchos no. Sólo sabemos de Irak por la guerra allí que parece de nunca acabar. “La invasión norteamericana que ha hecho tanto mal. El invasor que ya debió irse hace tiempo”, nos dice el poeta iraquí Salah Hassan, (uno de los más importantes de Irak) mientras fuma como nunca he visto fumar a nadie. ¿Y qué poesía se escribe en estos momentos allí?
Un día viajamos cinco horas desde San José al bosque lluvioso de Monte Verde,al oeste del país. Reserva ecológica que Costa Rica cuida como nadie, especialmente ahora que se habla del calentamiento global, y desastres que están ocurriendo u ocurrirán si seguimos abusando y destruyendo aún más de la naturaleza. Y allí el poeta Salah Hassan me pide que le diga al conductor que baje el volumen de la maldita radio donde a gritos el locutor transmite un partido de fútbol. El chofer que nos lleva a todos a Monte Verde accede mi pedido (Salah se comunica en inglés solamente y yo le traduzco al chofer) y baja un poco el volumen. “Me estoy volviendo loco con esa radio desde hace tres horas”, me dice Salah, pero no le traduzco eso al chofer. Recuerdo que el día anterior estuvimos en una lectura con gente de la Universidad de Costa Rica. A Salah le hicieron muchas preguntas después de leer él un hermoso poema. El poema me parece de una gran originalidad y a su vez de una irreverencia que le ha costado, desde el mundo árabe, una sanción por ofender a Alá. El poema se llama “Correo electrónico” (¨Querido Alá, no tengo que hablarte a ti/Como lo hizo Mohammed al Maghout/Ni tampoco como Fadhil al Azzawi/Ahora tengo correo electrónico/Y me puedes contestar…¿Escuchas la radio?/ ¿Lees los periódicos?/¿Algo sobre Irak?/¿Estás muerto?/¿Es sólo una estatua tuya la que vemos?/Sólo quiero saber/Porque entretanto ya cumplí cuarenta años/Y todavía no sé cuál es tu función en mi vida…”) . Por ese poema Salah recibió cerca de 75 páginas con reacciones, y más de la mitad eran de que se quedara ciego, sordo o paralítico durante los años que le quedaban de vida. Fue abiertamente amenazado de muerte.
Y Salah respondía preguntas sobre Irak al público como la opresión a la mujer por eso no se ven escritoras ni poetas iraquíes por ninguna parte. Habló sobre la dictadura de Saddam Hussein y la invasión de los Estados Unidos. Habló de que ese país es un caos porque ha quedado tan fragmentado entre distintos grupos que nadie sabe cuánto tiempo tomará para tener una sociedad normal y una democracia verdadera. Vivir allí es andar sobre una cuerda floja que en cualquier instante -depende del grupo religioso y terrorista que te pregunte algo-, puedes ir a dar a un círculo surreal o morir, nos decía.
Salah estuvo 12 veces en prisión durante la dictadura de Saddam Hussein. Fue golpeado con brutalidad, perdió la vista de su ojo derecho, tuvo que ir al exilio en Holanda. Es joven y su pelo es blanco como la nieve que cae en Holanda. Escribía en la prisión poemas en papelitos de cigarros y así salían clandestinos y luego se publicaban. Pero el poeta iraquí está siempre alegre y se ríe como un niño. Jugamos dos horas con una pelota en una piscina allá en Tortuguero, la parte del caribe costarricense. A veces paraba para fumarse un cigarro en la propia piscina. Unos turistas norteamericanos lo vieron fumar, con un rostro sin duda exótico el de Salah, y movían la cabeza desaprobando que él fumara en medio de esa piscina. Nadie allí sabía que era uno de los grandes poetas de Irak y sin duda menos les importaba su poesía. Esos seres, los poetas, cada vez más exóticos, que no sirven para nada.

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*Javier Campos es poeta, narrador y columnista.

No da para más

Por Manuel Riesco*

Se ha desatado una nueva y peligrosa ofensiva para privatizar CODELCO. Sus protagonistas representan a los intereses extranjeros que se han apoderado de las riquezas mineras y arrinconado a la gran empresa de Chile. Ahora pretenden quedarse con ella. Una vez más se mellarán los dientes. Sus intentos serán nuevamente rechazados por la abrumadora mayoría del país. Se acerca el día en que se recuperen las riquezas nacionalizadas por el Presidente Allende y CODELCO asuma plenamente el rol de liderazgo a que está llamado a nivel mundial, en el interés de todos los chilenos. Esto no da para más.

El Mercurio, cuyo dueño conspiró con una potencia extranjera para derrocar al gobierno democrático de Chile, ha publicado con gran alharaca un llamamiento a convertir CODELCO en una sociedad anónima y venderla a capitales privados. Casi todos los firmantes trabajan o reciben regularmente donaciones de los grandes conglomerados mineros privados, en su mayor parte extranjeros.

Se trata del mismo reducido grupo de tecnócratas que han venido dirigiendo la política minera de los gobiernos de la Concertación. Su enorme influencia ciertamente no se puede atribuir sólo a sus habilidades asesoras. Lo que ocurre hoy con la minería y CODELCO es responsabilidad, en primer lugar, precisamente de este grupo. Los resultados de su accionar han sido y siguen siendo extraordinariamente nocivos para el país.

Durante los años 90, la carrera desatada entre las principales mineras por controlar el cobre chileno que se les ofrecían sin cobro alguno, significó una sobreproducción tal que derrumbó el precio mundial a lo largo de varios años. Ello acarreó elevadísimas pérdidas a CODELCO y al Fisco. Sólo terminó cuando consideraron que su posición estaba consolidada en Chile y, junto a CODELCO, ajustaron su oferta a la demanda mundial.

Operaron a lo largo de una década sin pagar impuestos, con una sola excepción significativa. Cuando la indignación nacional obligó al gobierno a introducir un tímido cobro por los recursos, lograron acomodar la ley de modo que aquellas empresas que más habían eludido impuestos vieron en la práctica reducida su tasa global en el momento en que el precio del cobre empezó a repuntar.

Un reciente estudio de CENDA presentado en un seminario de la ONU, muestra que en solo dos años, 2005 y 2006, las mineras privadas - que ya controlan el 70% de la producción de cobre - reconocen haber obtenido ganancias que superan a todas las inversiones extranjeras en minería a lo largo de tres décadas, y se estima que el 2007 ganaron otro tanto.

Se comprueba que los subproductos pagan todos los costos. El producto de la venta de cobre se traduce íntegramente en ganancias. Comparados los resultados de las privadas con los de CODELCO, esta última obtiene mayores ganancias por tonelada producida que las primeras. Adicionalmente, obtiene mucho más ingresos por subproductos por tonelada de cobre que los que reconocen aquellas.

Estos resultados ameritan una explicación al país. El propio Director del SII ha confirmado las dudas acerca de los estados financieros publicados por las mineras privadas, declarando que van a ser investigadas, puesto que no se comprende que hayan reducido el pago de impuestos el 2007, al mismo tiempo que el precio del cobre ha alcanzado precios récord.

El estudio estima que la renta de los minerales que está siendo retirada en exceso por parte de las privadas - supone que deberían aportar lo mismo que CODELCO en proporción a sus exportaciones respectivas - permitiría duplicar el gasto en pensiones, educación y salud, todos juntos.

Estos inmensos recursos que pertenecen a todos los chilenos son apropiados por las principales competidoras de CODELCO. La mayor de ellas, los está utilizando para consolidar su monopolio global. En el mercado del cobre, ello redunda en perjuicio de CODELCO. Sin embargo, alcanza también el mercado del hierro, donde afecta a una empresa del Brasil, aliado estratégico de Chile. Esto resulta incompresible desde el punto de vista de la seguridad nacional.

Al mismo tiempo que financiaban la expansión de sus competidoras mediante el regalo de los minerales chilenos, la política gubernamental inspirada por este grupo ahogaba a CODELCO. Le negaron sistemáticamente recursos de inversión, forzándola a endeudarse y asociarse en condiciones perjudiciales, como en el caso de la mina Gaby. Impidieron su expansión a nivel nacional y global, con el resultado de perder posición relativa. Hoy denuncian esta situación creada por ellos mismos. Como solución, proponen someterla a una nueva "reestructuración," convertirla en sociedad anónima y privatizarla.

Lo que necesita el país es precisamente lo contrario. En primer lugar, terminar con la entrega gratuita de nuestras riquezas minerales. Así lo han venido haciendo la mayor parte de los países ricos en minerales, especialmente a lo largo de los últimos años. Esto es urgente, para aprovechar el actual ciclo alcista que no va a ser eterno.

En segundo lugar, CODELCO debe transformarse en la gran empresa transnacional de Chile - tal como afirman los firmantes del documento. Sin embargo, la condición de ello no es privatizarla, sino precisamente lo contrario. Es decir, manteniendo su carácter estatal que protege su condición de empresa pública, liberarla de las trabas que le impone la política privatizadora encubierta que se ha mantenido hasta el momento.

Una política definida exactamente sobre estas bases ha permitido, por ejemplo, a Noruega, capturar la totalidad de la renta de sus riquezas minerales y lograr que su pueblo alcance el más alto nivel de desarrollo humano a nivel mundial

Todo ello requiere en primer lugar liberar a la política minera chilena y a CODELCO de la tutela de este grupo de lobbystas de intereses extranjeros.


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*Manuel Riesco es director del Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo

9 de junio de 2008

Convergencia digital y protección a la Propiedad Intelectual

Por Juan Cristóbal Guzmán*


Está en el Congreso un proyecto de Ley para mejorar la regulación sobre Propiedad Intelectual (PI). Expertos han manifestado que el aumento de las sanciones civiles y penales no tendría mayor efecto en los infractores de los derechos de sus propietarios. Según los datos proporcionados durante el 2.007 por la Internacional Federation of the Phonographic Industry, el 35% de las personas que intercambian archivos ilegalmente han recortado su actividad o la han abandonado totalmente, como consecuencia de acciones legales y sanciones en su contra.
Hay importantes avances y también vacíos legales pendientes en el proyecto.
El mayor avance radica en el incremento sustantivo de las penas. La revolución digital y la piratería han sido las causantes del desastroso resultado obtenido por las compañías de esta dinámica industria. Es destacable también la distinción entre la persona que comercializa copias ilícitas de aquel que, con ánimo de lucro, fabrique, importe o distribuye las mismas.
Es vaga y poco exhaustiva la reforma en cuanto a las normas que regulan las entidades llamadas de “gestión colectiva”, como la Sociedad Chilena del Derecho de Autor. Se omite “la gestión de tipo tecnológico”, vale decir tecnología disponible y en uso, cuyo propósito es controlar y medir el acceso y uso de la PI. En la mayoría de los países existe la gestión de derechos digitales, o DRM, que son un conjunto de tecnologías orientadas a ejercer restricciones y mediciones sobre los usuarios de un sistema digital, desde la música hasta las películas, juegos y televisión.
Poco satisfactoria es la forma en que se aborda la responsabilidad de los prestadores de servicios de Internet. Ellos son los minoristas y distribuidores del mercado digital y por ello obtienen ingresos; pero no asumen su responsabilidad de proteger estos derechos. En el mundo tradicional ninguna tienda de música o de libros que se precie albergaría productos piratas en sus estanterías, ni permitiría que la piratería estuviera en una esquina de su local o almacén.
Esta ley es un buen avance, pero la normativa deberá ser dinámica y compatible con las nuevas tecnologías, que seguirán convergiendo, lo que se hará mas patente con cuando Chile tenga regulada la TV digital.

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*Juan Cristóbal Guzmán es abogado de Albagly & Zaliasnik

Autos fiscales y ética pública

Por Sergio Cea*

Los medios de comunicación social se han referido al uso de los autos fiscales por parte de diferentes autoridades administrativas para fines ajenos a los propios e inherentes a la función pública. Esto, en definitiva, puede significar incluso la aplicación en forma directa, por parte de la Contraloría General de la República, de la medida disciplinaria de destitución.

Antes de entrar a considerar algunas ideas en esta materia, me parece previo señalar que en nuestra legislación se define la Probidad en los siguientes términos: “Consiste en observar una conducta funcionaria intachable y un desempeño honesto y leal de la función o cargo, con preeminencia del interés general sobre el particular”.

Ello significa que uno de los principios fundamentales en el que hacer de los integrantes de las entidades o servicios públicos, incluyendo a los miembros de las Fuerzas Armadas y de Orden, es el de la Probidad. En efecto, en este ámbito ético es donde debe primar básicamente la honradez y la lealtad, ambas actitudes valóricas que deben estar encaminadas o dirigidas sólo a la satisfacción de los intereses colectivos o públicos.

Entramos al campo de la corrupción cuando se ejercen las facultades o atribuciones por una autoridad administrativa, sea del ámbito civil o militar, para lograr beneficios personales. Más aún, la corrupción, a veces, se disfraza con una apariencia de legalidad y de formalidad, con la finalidad de obtener ganancias o réditos particulares.

Entonces, es corrupto aquel funcionario público que en el desempeño de sus funciones públicas ejerce sus facultades con un interés privado o particular. La ley exige que las atribuciones, las potestades sólo se concreten en áreas del interés general o colectivo, ya que el Estado, y específicamente la Administración del Estado, están al servicio de la persona humana y no al servicio de intereses personales o particulares. La Constitución Política señala expresamente esta finalidad en su artículo 1, inciso cuarto, y se denomina Principio de la Servicialidad.

Tan trascendente es para una sociedad el combatir la corrupción que en agosto del año 2005 se consagró expresamente el Principio de Probidad en la Constitución Política de 1980, precepto que indica que se deberá dar estricto cumplimiento por las autoridades de los Órganos del Estado a dicho principio. Resalta la circunstancia de que no se trata de cualquier cumplimiento u observancia, sino que se califica el de ser una conducta estricta, esto es, rigurosa o exigente.

La Ley de Bases Generales de la Administración del Estado reitera la rigidez y exigencia de esta conducta ética y además describe las acciones que contravienen esencialmente la Probidad .Sin embargo, a mi juicio, las de mayor frecuencia serían aquellas relativas al empleo, bajo cualquier forma, de dinero o bienes de la institución, en provecho propio o de terceros y la de efectuar actividades, ocupar tiempo de la jornada de trabajo o utilizar personal o recursos del servicio u órgano público en beneficio propio.

En efecto, aquí nos encontramos con dos de las conductas o acciones que atentan gravemente contra el Principio de Probidad y que deben ser controladas en forma permanente por las autoridades administrativas que tengan competencias en este ámbito de fiscalización interna, sin perjuicio de las facultades propias en esta materia de la Contraloría General de la República.

Recordemos que las entidades públicas no son corruptas per se. Son las personas naturales que previa habilitación legal (nombramiento o designación) adquieren la calidad de autoridades o funcionarios, y que en su actuar pueden realizar actos de corrupción. A modo de ejemplo, el hecho de que un automóvil fiscal no tenga restricciones de días y horarios para su uso, significa que sólo podrá usarse en las actividades propias del cargo que se desempeña.

En definitiva, en una sociedad uno de los parámetros para ser considerado un país desarrollado es precisamente que las conductas de sus autoridades administrativas y funcionarios públicos se enmarquen en el Principio de la Probidad.

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*Sergio Cea Cienfuegos es abogado, profesor universitario y ex fiscal general militar.

Las aguas no son culpables

Por Patricio Herman y Jorge Cisternas*

Nuevamente volvemos a la mortificante rutina de las inundaciones y avalanchas en nuestra saturada ciudad capital. Gran parte de la catástrofe se debe, además de la falta de previsión, a la obsecuencia de autoridades irresponsables que han procedido con servilismo ante las presiones de intereses privados que se han encaramado en la precordillera, a sabiendas que las aguas, necesariamente cumplen con la ley, pero con la ley de gravedad. Estas mismas autoridades tampoco han sido capaces de exigir al sector inmobiliario las obras de conducción de las aguas lluvias en los nuevos sectores urbanos con la estúpida idea de que ello encarecería los proyectos, perjudicándose a la clase media (muletilla recurrente).

Si nos damos cuenta, ninguna de las zonas normalmente afectadas corresponde a desarrollos urbanos de data superior a los 80 años. Hasta los inicios del siglo pasado, existía plena conciencia de las condiciones del suelo en nuestro valle. El emplazamiento de las construcciones no se hacía sobre las áreas de escurrimiento y drenaje de aguas lluvias, que correspondían a las zonas más bajas que estaban en continuidad oriente-poniente de las salidas de las quebradas de la precordillera o en las zonas bajas aledañas a los ríos Mapocho y Maipo. Los problemas con las inundaciones del centro de Santiago se habían solucionado con el encajonamiento del río y la construcción de una excelente red de colectores de aguas lluvias.

Una clara demostración de las previsiones del pasado, es el hecho de que la mayor parte de los suelos comprendidos entre la salida de la quebrada de Ramón y el Canal San Carlos, hasta hoy día no tienen uso residencial. Solo lo tiene el estrecho paño comprendido entre el Parque Intercomunal de La Reina y el Country Club, debido a que algún alcalde negligente, no sabemos en qué momento, permitió que se urbanizara lo que era un parque inundable natural.

Similares historias urbano-ambientales tenemos en diversas partes de la ciudad. En otras, fueron pobladores de escasos recursos, los que ocupaban los terrenos bajos de las áreas de escurrimiento o drenaje, unos en Lo Barnechea, otros en la quebrada de Macul y el zanjón de la aguada o los bajos de Pudahuel; mientras otros, los conocidos areneros, ocupaban las riberas del Mapocho en Vitacura y en Las Condes.

Fueron autoridades light las que no les exigieron a los urbanizadores que hicieran los ductos de aguas lluvias, necesarios para canalizar las aguas que contaban con menos contención por la deforestación creciente de la precordillera o menos tierra permeable para su drenaje, por la cementación del suelo urbanizado. En diversas partes más abajo de la ciudad, cada año que pasaba, se acrecentaban los caudales de escurrimiento superficial que debían soportar los habitantes de barrios de antigua data. Hasta que el gobierno central tuvo que hacerse cargo del inmanejable problema, invirtiendo grandes sumas del presupuesto de Hacienda que enteran con sus impuestos todos los contribuyentes.

El punto es que, muchas veces, autoridades irresponsables, no solo omiten tomar las decisiones normativas o administrativas que amerita el problema, sino que siguen permitiendo que desarrolladores inmobiliarios violen las normas establecidas en los instrumentos de planificación y regulación urbana. La autoridad de turno todo lo permite para no entrabar los buenos negocios de otros y porque -dicen para sus adentros- serán los sucesores en el cargo los que deberán hacerse cargo del problema, lo que tampoco sucede. Se dan el lujo de no escuchar a las organizaciones ciudadanas que majaderamente les dicen lo que tienen que hacer en función de mejorar la ciudad, pero como estas críticas no son reproducidas por la prensa dominante, no se dan por aludidos.

Es así como los urbanizadores continúan avanzando sobre cotas superiores de la precordillera, sin reponer la flora que arrancan, sin construir los ductos que corresponde. Y lo mismo pasa con los re-urbanizadores de El Golf, El Llano, Providencia o Ñuñoa, a los cuales se les permite que sus edificios destruyan los jardines y arranquen los árboles de las viviendas unifamiliares demolidas para cementar los terrenos con estacionamientos para vehículos.

Tal como señala el arquitecto Jonás Figueroa, miembro de nuestra Fundación, "los profesionales que hemos estudiado la temática sabemos acerca de la importancia de proteger una zona altamente vulnerable a los desastres naturales provocados por los fenómenos meteorológicos. La precordillera vecina a la ciudad de Santiago, constituye un dique virtual de 164 km2 que vierte sus aguas sobre la ciudad. Hechos históricos así lo avalan y por ello es necesario que aquellos funcionarios que toman las decisiones se interioricen acerca de los riesgos asociados al permisivismo constructivo. Los usos urbanos de esta zona altamente sensible, multiplicarían los riesgos a los que nos exponemos por el solo hecho de situarnos sobre un régimen natural de alta complejidad".

Las aguas que vienen de la cordillera, al no infiltrarse, causan los desgraciados aluviones, lo que todos saben, pero nadie toma las decisiones correctas. Y por ello estimamos que nada va a cambiar para mejor porque nuestros gobernantes, siguiendo las directrices de aquellos que ejercen el poder económico, continúan adorando el sistema capitalista depredador que no contabiliza los pasivos ambientales. El problema mayor lo tendremos en unos lustros más, cuando ya se haya transformado en inmanejable y ahí la naturaleza nos cobrará la cuenta. Pero será demasiado tarde.


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*Patricio Herman y Jorge Cisternas, Fundación Defendamos la Ciudad.