8 de mayo de 2008

Santiago: un límite urbano en dudas

Por Waldo López*


El sentido común nos dice que cuando algo crece irremediablemente es porque no hay como evitarlo. Se cuenta con que sea así y no preocupa mayormente que sea así. Por el contrario, si llegara a preocupar, es por porque flaquean las acciones destinadas a captar sus eventuales beneficios, o aquellas otras, que se destinan a aminorar o evitar sus efectos perniciosos.

Frente al crecimiento de Santiago y por causa de la inquietud suscitada con el anuncio que se va a ampliar su límite urbano, los terratenientes favorecidos con las plusvalías que esperan ganar, ven flaquear sus esfuerzos activados y en marcha para lograrlas; el Minvu ve flaquear su intervención destinada a evitar los efectos de una urbanización no planificada en la periferia del lado pobre de Santiago; y la opinión pública, salpicada por un agenda noticiosa hasta hace poco desconocida, que centra su cometido en las faltas a la probidad, a la idoneidad, a la transparencia, a la ética, y a la responsabilidad social, siente que le flaquea la confianza, tal vez en prevención a que esta inquietud se convierta en un arbitrario nuevo problema político. Hay entonces una preocupación a tres bandas

En la banda de quienes somos espectadores y no actores involucrados con intereses directos, pecuniarios o profesionales, un conocido arquitecto premio nacional, empresario, docente, e idealista, puntea el tema así: ¿Por qué en vez de una mera ampliación del límite urbano no se ha propuesto un nuevo, moderno, armónico, y funcional rediseño urbano para todo Santiago metropolitano como tal? Con acento en una mejor vialidad estructurante, expresa y troncal; con visión de futuro, sustentabilidad y sentido práctico, donde se aviste con nítida claridad la identificación flexible de zonas de reconversión; sub-centros de comercio y servicios; espacios abiertos; áreas verdes, aperturas de avenidas, e incentivos constructivos para conformar barrios satélites renovados y funcionalmente integrados entre sí. Donde por fin haya perspectivas reales de avanzar hacia la erradicación de la desventura urbana de ricos y pobres.

Vale decir, ¿por qué mejor el gobierno no ha optado por anunciar el inicio de una tarea sectorial realmente trascendente como la anterior, donde por cierto que el Minvu puede contribuir con sus artes administrativas especializadas a procurar la integración social; aumentar los acervos de espacio público habilitado; optimizar la red vial interior; aminorar los malos efectos de la contaminación ambiental, y desde ya, con iniciativas como estas, pero para toda la ciudad, objetiva y racionalmente bien fundadas, puede contribuir a que el mercado inmobiliario obtenga señales claras de bien común iguales para todos, hacia donde orientar sus recursos? Varios de cuyos agentes empresariales idóneos, por ejemplo, están preparados desde ya para desarrollar proyectos modelo de “renovación urbana”, destinados a contrarrestar la segregación social. Iguales como aquellos que tipifican los programas exitosos de integración social de otras latitudes.

Dentro del amplio espectro de contingencias a que hace referencia algo así, versus la limitada acción por la que ha optado el Minvu con el asunto del límite urbano santiaguino, no deja de llamar la atención la ninguna suspicacia hecha pública hasta ahora, que aborde despejar cuál es su interés aún no confesado con tal anuncio. Primero, sabiendo que todo cambio del límite urbano y aunque sea un ápice del mismo, depende de lo que al respecto dispone la Ley General de Urbanismo y Construcciones (LGUC). Segundo y en los hechos, sabiendo que desde Enero pasado esta ley se halla en trámite parlamentario en el Senado para cambiarla, justamente en su Capítulo II sobre planificación urbana. Y lo que es más, y tercero, sabiendo que en el Mensaje de esta iniciativa, anuncia que “después” va a proponer que se le integre otros dos tópicos urbanísticos nuevos, mediante un segundo proyecto de ley sobre “integración social”, y mediante otro y tercero, sobre el “transporte”.

Como parece absolutamente inimaginable, por ser poco serio, que haya elaborado su propuesta de cambio del límite urbano con arreglo a su “actual” idea sobre como va a quedar la LGUC modificada, “después”, conforme a dichos tres proyectos de ley, y como necesita de su respaldo para poder aplicar este cambio en derecho, una primera deducción que surge de esta reflexión es que de momento, y por cierto, no puede exigir “vivienda social” por doquier, a cargo de los privados que invierten en este mercado. Temor que ya se ha dejado sentir.

Consecuentes con la legalidad del asunto, lo propio es que haya construido esta propuesta con arreglo a la LGUC vigente, lo cual, automáticamente, lleva a situar a los terratenientes favorecidos en una mejor posición que hacerlos esperar hasta que se apruebe una nueva versión de esta misma ley. Lo cual no es algo que sea inconfesable. Por otra parte, según los hechos a la vista y a las explicaciones dadas, resulta categórico que está por posicionar el tema del crecimiento urbano de Santiago metropolitano en la agenda pública. Ha empezando, en días pasados, con un muy bien elaborado discurso ministerial, notable por los buenos eufemismos de que vale, y muy probablemente lo ha hecho convencido que en tiempos electorale sus puntos de vista son los buenos. Lo cual es muy factible que efectivamente y al final, resulte ser así. Y que se vote así.

Como base argumental de este posicionamiento, dado a conocer con publicidad al Intendente y al Consejo Regional, y a la opinión pública en general, se ha nos ha explicado que esta ampliación del límite urbano va a permitir subsanar los problemas metropolitanos que más preocupan, mencionando como tales a la segregación social; a la infraestructura vial y de espacios abiertos que faltan, y a la contaminación ambiental, que por estos meses agobia a todos los santiaguinos por igual, año tras año.

Aparte de lo falaz que en efecto nos parezca semejante discurso, entre otras razones, por su inclusividad a otra escala que la del territorio involucrado por el cambio del límite urbano anunciado; o de las dudas que levanta la intención de ampliar solamente algunas superficies del sur poniente de la metrópolis; también llama la atención, y mucho, que al informar sobre las casi 10.000 hectáreas de nuevo suelo urbano que ahora se nos dice que se necesitan, se haya preferido dejar en el tintero el recordar aquellas que corresponden a Los Cerrillos. Esto es, el hecho esencial que se omita contabilizar las hectáreas del ex-aeropuerto y de sus conos de protección. ¿Por qué?

Si a esta omisión se le agrega la cantidad de hectáreas que se le ha incorporado a Santiago metropolitano desde 1997 hasta hace unos pocos meses atrás, mediante la anexión de la Provincia de Chacabuco y la ampliación de límite urbano de Colina, y además de esto, se contabilizan aquellas que en el 2003 se dedicaron a los proyectos de desarrollo urbano condicionado; se obtiene una significativa cantidad nuevo suelo urbano, que fue obtenida muy recientemente, con el que ya cuenta Santiago,… y sobre el cual no se nos está diciendo nada. Solo se nos dice que aún falta más. ¿Acaso es que todo este otro stock, que es inmenso, ya se encuentra agotado? Y que esta falta de previsión sea lo que no se está confesando ¿Por qué el Minvu excluye a Los Cerrillos? ¿Por qué no sincera el total de todas estas otras hectáreas adicionales a esas 10.000, en que hace descansar sus actuales intenciones?

El sentido común cuenta con que Santiago metropolitano crece día a día, pero no sabe, no tiene como aclarar las interrogantes anteriores, planteadas desde el comienzo. Las repuestas que faltan son motivo adicional para dudar que la propuesta del Minvu en orden a cambiarle su límite urbano, en la periferia elegida, sea lo que convenga materializar. Más todavía, cuando hay terratenientes de estos mismos alrededores, que han invertido en estudios, ideas y asesorías, que han quedado fuera, y que se consideran arbitrariamente excluidos. O prestigiados profesionales del urbanismo, la economía, el medioambiente y el derecho, que esgrimen razones válidas para que el tema de la expansión urbana sea bien resuelto. No con una visión inmediatista y local, orientada a determinados proyectos preconcebidos, como pareciera ser este el caso, o como se presta para que sea subentendido que lo es.

“Santiago: un límite urbano en dudas”, quiérase o no, es un tema positivo; y como tal, es un producto directo de la excelente idea ministerial de abrir el tema a la opinión de los interesados. Ya existe cantidad de aportes en los medios, y esto es lo positivo. Es un tema para preocuparse. Para tener opinión y votar.

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*Waldo López es miembro de la Fundación Defendamos la Ciudad

Cuba: autorizados para consumir

Por Javier Campos*

Hasta ahora Raúl Castro lleva más de dos meses como nuevo presidente y primer ministro de los consejos de estado de Cuba, aparte de otros poderes. En su discurso como nuevo presidente el 29 de febrero, dijo que habría pronto unas “autorizaciones” necesarias en el país. Sin duda en todo régimen dictatorial la palabra “autorizar” depende no de un consenso democrático sino más bien de lo que decida la cúpula del poder.

Y comenzó con las autorizaciones en este orden: se puede comprar ahora libremente computadores, aparatos de DVD, teléfonos celulares, ollas eléctricas para cocinar arroz, alojarse en un hotel, lo que por años había estado prohibido para los cubanos pues sólo los turistas tenían el privilegio de gozar esas comodidades. Pero lo más contradictorio, y surreal, es que todas esas “autorizaciones” se deben pagar no en pesos cubanos sino en moneda convertible (euros o dólares). Un cubano gana en pesos el equivalente a 13 dólares al mes, un cuarto de hotel de los más baratos cuesta 50 dólares. Si desea comprar una olla en 30 dólares, el cubano común debe cambiar su salario que es en pesos a moneda convertible (similar al euro o el dólar).

O sea que para dormir sólo una noche en un hotel que cuesta desde 50 dólares, el cubano común debe trabajar tres meses (y se puede aplicar la misma formula a las “autorizaciones” arriba señaladas). Pero aquellas autorizaciones lo que hacen es mantener un apartheid social-económico entre la población cubana. Una brecha que claramente es entre los que no tienen y los que tienen, crítica que es común hacérsela a los países capitalistas.

Con estas autorizaciones está apareciendo otro asunto nuevo que estaba escondido. Hay ya una elite de cubanos que están sacando dólares o euros – literalmente- desde debajo del colchón. Este “colchón”, o lugar secreto de la casa, ha cumplido la función de “banco o cuenta de ahorros” porque en Cuba el sistema bancario no funciona como en el mundo de economía de mercado. Con 13 dólares al mes nadie es capaz de ahorrar nada pues con esa cantidad, unida a la escuálida libreta de abastecimiento que le da el gobierno, no se satisfacen ni las necesidades alimenticias elementales ni menos el consumo mínimo como son los objetos personales necesarios (zapatos, vestuario, objetos de aseo personal, entre otros).

Con las nuevas autorizaciones está apareciendo gente que comienzan a comprar computadores, DVD, celulares, ollas para cocinar arroz, alojarse en un hotel. Como si de repente, por las “autorizaciones”, comenzaron a sacar ese dinero guardado bajo el colchón y a gastarlo en consumir. ¿Pero quién es esa gente, esa casta de privilegiados en Cuba? Por un lado, los que reciben remesas de familiares desde el extranjero, y una elite que clandestinamente ha estado en el mercado negro junto una cierta burocracia gubernamental corrompida que también ha podido “ahorrar bajo el colchón”.

No hay otra explicación en un país donde no existe ahorro personal porque es imposible hacerlo. Con las “autorizaciones” se destapa oficialmente un sistema de prohibiciones en la sociedad cubana que nunca los medios oficiales reconocían ni querían hablar pero que la gente común lo vivía pero no ha podido ni criticarlo abiertamente ni menos exigir soluciones económicas reales.

Lo de las autorizaciones recientes en Cuba es como darle a la gente de la noche a la mañana -que ha vivido casi una vida feudal- un celular, un DVD, un computador, una olla eléctrica para cocinar. Gente que ha estado oyendo por 50 años que esas cosas son habituales “al otro lado del mundo” pero que aún en el siglo XXI en Cuba nunca las han tenido. Consumo necesario sin duda porque nadie en estos momentos quiere cocinar arroz en un tarro de lata y ponerlo sobre una fogata de leña. O privarse de tanta película o documental que necesitamos para entretenernos e informarnos.

Pero si a esa sociedad cerrada se le “permite” sorpresivamente comprar un celular en este siglo XXI resulta surreal, porque aún no se solucionan otros asuntos más importantes. Es decir, la producción de bienes de consumo por un gobierno que no se identifica con el mercado competitivo. O sea, negarle a la gente la libertad para producir independientemente lo que se les ocurra y comerciarlo con quien quiera y donde quieran.

Mucho ha hablado la revolución cubana -y los socialistas marxistas- de cómo las “sociedades de consumo alienan a la gente”, pero la cúpula del Partido Comunista lo primero que ahora autoriza es ese “alienante” agente como puede serlo un DVD. Pues un DVD servirá para acceder a documentales, películas prohibidas con “comerciales alienadores” o CDs clandestinos donde entonces el pueblo cubano “verá cómo es el mundo capitalista-imperialista fuera de Cuba”. Y fue el propio presidente de la Asamblea Nacional, Ricardo Alarcón, quien les dijo aquello a los muchachos de la Universidad de Ciencias Informáticas en febrero de 2008. Claramente les sugirió que era mejor “no salir de la isla pues fuera de ella el mundo era perverso” y por tanto era mejor quedarse en el utópico lugar llamado Cuba.

Cuba autoriza ahora -con el nuevo presidente- medidas confusas y contradictorias. Pero también envía un mensaje igualmente contradictorio para la “izquierda” que vive fuera del país y solidariza con el gobierno cubano, pues ahora (esa izquierda) debe tener un cortocircuito con aquellas “autorizaciones”. Fue el intelectual francés y director de “Le Monde Diplomatique”, Ignacio Ramonet, quien le señaló a Fidel Castro y al Consejo de Estado en una conocida conferencia, publicada luego en Cuba misma, que los medios masivos occidentales eran malignos porque alienaban sutilmente a la gente.**

Me imagino que Ramonet quizás esté también confundido con su teoría que él sugirió en Cuba y Fidel la adoptó al pie de la letra sobre “los medios masivos alienantes”. Pues ahora Raúl Castro parece no hacerle caso con sus recientes “autorizaciones” donde se puede comprar aparatos DVD, computadores, celulares, y permitir el “deseo consumista” de tener ollas eléctricas para hacer arroz más rápido. O “gozar como un burgués” en un hotel que antes era privilegio absoluto de los turistas extranjeros. Pero el apartheid está en que todo hay que consumirlo en moneda extranjera y no en pesos cubano.

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*Javier Campos es poeta, narrador y columnista.


** Ignacio Ramonet, "Un delicioso despotismo" (Conferencia impartida en el teatro "Karl Marx", La Habana, ante Fidel Castro y máximas autoridades, 10 de febrero de 2002, publicado por la Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, Cuba.

6 de mayo de 2008

Andrade es el Hombre

Por Karen Hermosilla Tobar


Si me detengo a pensar un momento en qué se parece el socialismo de antaño con el de hoy, mi corazón busca que las ideas se me escabullan. Podría ponerme de súbito a cocinar alguna preparación profética en mi caos-cocina o tomaría en mis manos, pretenciosamente, un complejo libro de antropología.

No hay caso. Me siento limítrofe en todos los movimientos. Me desconcentro en cosas banales: el bigote, extrañamente abundante de un poeta prontamente decadente, o en los ojos exóticos de un inocente muso perdido de Gauguin, un joven desierto y amarillo. Mis más bajas pasiones me hacen sentirme parte de un programa horrible como Mea Culpa. Mi entusiasmo va de la magia al desastre. No se puede cocinar decentemente, ni pensar de una forma coherente y honesta. Menos en qué se parecen el Partido Socialista chileno de ayer con el de hoy.

El Partido Socialista de antaño, ese que produjo un pacto vanguardista y que corajudo se empecinó, lejos de buscar un cambio, ha cambiado demasiado. Veo que la miseria es transmitida como un show contrario a las simbólicas reverberaciones iconográficas de la figura de Salvador Allende y las tan pertinentes y desconocidas frases de Osvaldo Andrade.

Los estudiantes, los trabajadores, los pobres, las mujeres, los maricones y las lesbianas, y todos los animales que van quedando sueltos, además de los vagabundos y los locos, las malezas que aún no se han quemado y los árboles sobrevivientes, a pesar de todas las protestas y reclamaciones, no consiguen más que represión. A pesar de ser una masa diversa y luchadora que intenta liberarse de las garras del mercado, jamás ha podido sentir el respaldo de este partido que intentó ser vanguardia en algún momento. El pueblo, ya sea en las formas actuales tales como usuarios y funcionarios, son víctimas del Partido Socialista pues son ellos quienes tienen inalienablemente la responsabilidad de la primera magistratura y varios ministerios, secretarías, gobernaciones, intendencias y municipios.

El otro día escuché una mala broma. El señor funcionario del PS decía que su cuenta, que consistía en cuatro vodkas tonic, sería pagada por el municipio de Quilpué. Al preguntarle yo porqué me decía eso, me contestó que me había salido “la veta de periodista”, cosa que debe ser resguardada celosamente mientras oficio de copetinera para no incomodar a los consumidores, en su mayoría burócratas. Luego y en tono absoluto y fervoroso mencionó: “Por que puedo”.

El chiste, según Freud, se perfila como una fisura que deja entrever secretos pensamientos que buscan aceptación social.

El gobierno de Salvador Allende no fue un gobierno socialista, a juicio del mismo héroe, sino que un gobierno popular, que reconocía en el Estado una plataforma burguesa de hacer política y por lo tanto de vivir la vida. El gobierno de Lagos Escobar y de Michelle Bachelet, en cambio, son gobiernos liderados por este partido y secundados por la Concertación, toda la clase empresarial emergente y todos los intelectuales agringados que hagan falta. No tiene nada de popular.

De esta forma hicieron una sociedad completamente burguesa, cada vez más clientelista, a relajo de los tantos miles y millones de funcionarios y usuarios, con el fin de decidir por este disciplinado ente que bota por sus jefecitos con devota inseguridad laboral y con efectividad garantizada. Personas fiscales abundan en la masa social, asegurando la continuidad del gobierno por unos 20 años más, aunque con su voto nunca logren una jubilación digna en el sistema público.

Podemos ver que las diferencias están a la vista. Al parecer no solo temporalmente las condiciones de uso del PS han cambiado, sino cósmicamente. El Partido Socialista se ha separado de sus raíces, que flotan en un océano, en donde las olas que tocan el presente resbalan hacia la orilla sin arrastrarlas. Unas raíces exterminadas, ahogadas en un icono pop, en una rebeldía en blanco y negro, en unas “reñidas elecciones” en donde la táctica es igual a la estrategia.

El gobierno de Michelle Bachelet mantiene en sus filas a dos entes antagónicos que se mantienen en un eficiente empate. El Doctor Velasco y Mr. Andrade miden su imaginario sin conseguir más que lo que sucede cuando un elástico es estirado por ambos lados: cae de un salto siempre en el medio, quedando por segundos suspendido en un espacio cargado de símbolos, que se diluyen irremediablemente píxel a píxel.

Ninguno es capaz de convertir su pensamiento en una política pública. Andrade teniendo todo el respaldo de un partido con tradición, también fracasa en el intento.

Todos sus dichos se han pasado por alto, han sido rectificados, desmentidos, puestos en la débil situación del individuo. El individuo Andrade piensa -porque lamentablemente no puede actuar- de forma personal e intransferible, sin representar a nadie más que a si mismo, en un acto rebelde e incluso egoístamente indisciplinado. A pesar de ser una opinión altamente compartida por el pueblo de Chile, a pesar de tener un margen altamente superior de credibilidad al de sus camaradas, justamente porque su opinión no representa más que a sí mismo, a nadie le importa la palabra de Andrade.

Un partido con poder para decidir ¿por qué le teme al debate profundo? Osvaldo Andrade recibió el apoyo de muchos de sus camaradas, e igualmente de la Presidenta de la República. ¿Qué pasa entonces? No se pueden dar sólo espaldarazos, se deben llevar a cabo medidas que provoquen avances sustantivos en justicia social.

Osvaldo Andrade, un heroico y cercano ministro, ya sea por su plataforma multimedial, o su historia como sindicalista, lleva la consigna de la simple y llana espontaneidad de quien no cree que el Estado sea un feudo. Los socialistas que mantienen esta raíz tienen una hermosa playa frente a sí. Tocan la orilla, como Andrade, y se sienten ridículos haciendo máquinas internas que los sumergen en el gran y frío océano, que ninguna relación tienen con los estudiantes, los trabajadores, los pobres, las mujeres, los maricones y las lesbianas, y todos los animales que van quedando sueltos, además de los vagabundos y los locos, las malezas que aún no se han quemado y los árboles sobrevivientes.

Las prestaciones a gendarmería a visión de analistas y aliancistas, pertenece a una más de las irregularidades del caso “sobresueldos”, sin embargo Andrade ha sido enfático y ha tenido la entereza de contestar sin arrugarse frente a las cámaras que fue un trabajo realizado seriamente en horas fuera de su jornada laboral.

La casa de brujas ha comenzado y la cabeza de Andrade se mantiene sobre sus hombros. Supongo que Andrade es el HOMBRE. Lo digo pues me evoca, inevitablemente, cuando lo observo, esta provinciana campaña política. Deben estar unidos cósmicamente, como lo está el pico de un pájaro carpintero a la cura del dolor de muelas como aseguran los aborígenes de Siberia. Así es en el pensamiento primero que ordena el universo y que sin duda también crea distancias infranqueables, como la que en este momento tiene el Partido Socialista de antaño y el de hoy, a no ser por Andrade, un mágico puente, sobre un tortuoso océano.

Quién te vio, y quién te ve...

Por Luis Casado*

Hace solo un par de botellas el mundo parecía claro y definitivo. Al terminar el siglo XX Hubert Védrine inventó el término “hiperpotencia” para designar el único país capaz de dominar el planeta: los Estados Unidos de América.

Por ahí por el año 1997 la conversa iba de unipolaridad y la supremacía de los EE.UU. en los planos económico, financiero, ideológico, militar y político era tan apabullante que el que se movía no salía en la foto. El FMI, el Banco Mundial, la OMC, -herramientas del poder imperial-, eran indiscutibles, Alan Greenspan ejercía de gurú universal y la FED definía las tasas de interés. Claro como el agua de roca.

En eso llegó la crisis que comenzó en julio de 1997 en el sudeste asiático, propagándose a Rusia, Argentina y Brasil en menos tiempo del que tardas en perder un 20 por ciento de tus fondos de pensión. La “hiperpotencia”, el FMI, el BM, la FED, no lograron controlar ni sus esfínteres y los mencionados países tuvieron que arreglar el pastel por su cuenta. La incuria y la impericia del imperio quedaron con las nalgas al aire.

Una década más tarde tres de los cuatro bancos más importantes del mundo son chinos. El ICBC, con una capitalización bursátil de 340 mil millones de dólares, encabeza la lista. Crisis de los créditos hipotecarios basura mediante, el estadounidense Citigroup, ex número uno, llega apenas en sexto lugar.

Los fondos de Estado destinados a colocaciones financieras, los muy célebres “fondos soberanos”, ya pesan 3,5 billones de dólares. En los tres últimos años sus reservas han progresado a un ritmo de 24% anual y su potencia financiera sobrepasará el PIB de los EE.UU. en el año 2015, y el PIB de la Unión Europea en el 2016.

Gracias a la crisis de los “subprimes” los fondos soberanos han ido comprando el control de la banca mundial por tres chavos. Sólo el año pasado invirtieron más de U$ 80 mil millones en la banca estadounidense. A escala mundial, 93% de las inversiones fueron efectuadas en el sector financiero occidental.

“Armados de tales montos de liquidez que no tienen que reembolsarle a nadie, los fondos soberanos son los nuevos amos de las finanzas, sustituyen a los fondos especulativos («hedge funds») y otros fondos de inversión, y sobrepasan a los bancos centrales en el papel de financistas internacionales”, dicen los que saben.

¿Quién controla los fondos soberanos? China, cuyas reservas alcanzan la impresionante cifra de 1,7 billones de dólares, Rusia, Kuwait, Taiwan y Brasil, entre otros. Arabia Saudí se apresta a crear su propio fondo soberano. En los últimos cinco años los países que constataron el crecimiento más fuerte de sus fondos soberanos fueron Nigeria (+291%), Omán (+256%), Kazakhstan (+162%), Angola (+84%), Rusia (+74%) y Brasil (+65%).

Los EE.UU. son hoy en día el país más endeudado del mundo y requieren una inyección de capitales foráneos de tres mil millones de dólares diarios para cubrir sus déficits. Más de un billón al año. Hay quién piensa que nunca lograrán reembolsar esa deuda. La continua y aguda devaluación del dólar tiene que ver con esto. ¿Hiperpotencia? Ya me dirás tú.

Según las cifras entregadas por el BRI (Banque de Règlements Internationaux) el Euro poco a poco va imponiéndose en el sector de las operaciones interbancarias. Los créditos en Euros aumentaron por el tercer trimestre consecutivo, y más que doblaron al alcanzar la cifra de 377 mil millones. El billete verde sigue bajando, y los nuevos créditos en dólares cayeron a la mitad con 247 mil millones.

¿Muertos los EE.UU.? Desde luego que no. Siguen siendo una impresionante potencia en el ámbito mundial.

Pero con Irak y Afganistan en la espalda, -dos guerras perdidas aún en curso-, con una recesión económica severa, una crisis financiera muy lejos de haber terminado, un capital político casi inexistente y el surgimiento de nuevas potencias económicas, financieras, militares y políticas, ya nadie, ni siquiera Condoleeza Rice, se atreve a hablar ni de unipolaridad ni de “hiperpotencia”.

Como te decía: hace solo un par de botellas el mundo parecía claro y definitivo.

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*Luis Casado es economista

5 de mayo de 2008

Hambre en el mundo

Por Marcel Claude*

De acuerdo a la organización internacional Acción Contra el Hambre, la crisis alimentaria que emerge del cuantioso aumento en el precio de lo alimentos básicos, afectará de manera cruda y cruel a más de 850 millones de personas, esencialmente en África, Asia y el Caribe, que son las que sufren hambre, en medio de la abundancia y el derroche de recursos que se permite el mundo altamente desarrollado. Es más, el mismo Banco Mundial, a través de su actual presidente, Robert Zoellick, pidió una acción coordinada y global para contrarrestar los efectos de la crisis alimentaria, ya que el aumento de precios en los alimentos está generando desabastecimiento, hambre y desnutrición alrededor del mundo. Según la propia institución son 33 países los que afrontan la posibilidad de una crisis social y política debido a los elevados precios de los alimentos y la energía.

La situación es crítica y no ha recibido -como era de esperar- la cobertura noticiosa que un problema de esta envergadura requeriría. Es tan aguda la situación que desde el Programa Mundial para la Alimentación (PMA), se nos advierte que las reservas de alimentos en el mundo están en el nivel más bajo de los últimos 30 años y que amenaza a 100 millones de personas que son “los más pobres de entre los pobres” y que, además, afectará la capacidad para responder al aumento de los precios de la energía y los fertilizantes de más de 500 millones de campesinos pobres. Algunos analistas internacionales sostienen que bastaría con que el precio del arroz suba en un 52% en dos meses y el de los cereales en un 84% en cuatro meses -en un contexto de aumento en el precio del petróleo- para precipitar a dos mil millones de personas hacia el umbral de la pobreza. Esta situación ha llevado al secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, a sostener que temía una "crisis en cascada" que afectará al crecimiento y a la seguridad del mundo si la crisis de los precios de los alimentos "no es gestionada de forma correcta y urgente".

Probablemente no sea fácil entender claramente una situación como esta, pero las cifras son tan claras y evidentes que no es necesario ser un entendido en la materia para asomarse a la gravedad del problema. Aproximadamente el 50% de la humanidad vive con menos de dos dólares por día y cerca de mil millones con menos de un dólar diario. Estamos hablando de cifras siderales de personas en condiciones muy precarias -unos tres mil quinientos millones de personas- que viven en países pobres y que, en promedio, gastan un 75% de su presupuesto en alimentación, mientras en los países ricos éste tipo de gastos no supera el 15%. Entonces, si sabemos que en los países pobres, el trigo, la soya, el arroz y el maíz son la base de su alimentación y si también sabemos que en los últimos 12 meses, el precio del trigo subió 130%, de la soya 85% y del maíz 35%, mientras que el arroz lo hizo en un 71%, no nos puede sorprender que hoy el mundo se enfrente a un grave crisis alimentaria. El precio del arroz pasó en unos pocos meses de 300 dólares la tonelada a unos 1.200 dólares. El PMA evaluó en un 55% el aumento de los precios de los productos alimenticios desde junio de 2007 y algunos expertos estiman que esta cifra llega al 70%.

Estas cifras -por muy duras y frías que parezcan- nos permiten explicar los estallidos de violencia que se han dado a lo largo del planeta, en especial en Haití con 5 muertos, Egipto, Costa de Marfil, Camerún con 40 muertos, Mauritania, Mozambique, Senegal, Uzbekistan y Yemen. En Haití la crisis derribó al Primer Ministro, Jacques Edouard Alexis, quien fue destituido por el Senado haitiano en un intento dramático para frenar las violentas protestas de la población con numerosos establecimientos saqueados, quemados y destruidos debido al incremento en los precios de los alimentos. Un ejemplo que ilustra la delicada situación es lo que ocurre en El Salvador, en donde según el PMA, las comunidades rurales están comprando 50% menos comida que hace 18 meses, lo que significa que su consumo nutricional que ya es muy pobre, se ha visto recortado a la mitad. La situación es más que complicada pues está alcanzando a los países de alto desarrollo, cuyos habitantes ahora están invirtiendo 5% más de sus ingresos en comprar alimentos. Estados Unidos, el mayor consumidor mundial, está viviendo la peor alza de precios en los alimentos en casi dos décadas, incluso algunas grandes cadenas distribuidoras, como Wal-Mart y Cotsco, han racionado la venta de algunos productos como el arroz. Para colmo de males, las Naciones Unidas advirtieron que el aumento en el precio de los alimentos básicos podría continuar hasta el año 2010.

Así las cosas, en Filipinas, Pakistán y Tailandia, sus ejércitos vigilan para evitar robos y saqueos en los centros de acopio de granos y en Tailandia, el Ejército monta guardia en los campos de arroz, mientras en Vietnam ha habido huelgas cada vez más frecuentes por la penuria alimentaria. Indonesia, tercer productor mundial de arroz, anuncia que sólo permitirá las exportaciones si las reservas superan los tres millones de toneladas, y Kazajastán suspende todas sus exportaciones de trigo hasta el 1 de septiembre. Por su parte, Argentina, Vietnam y Rusia también han restringido sus exportaciones de trigo, arroz y soja para hacer frente al mercado interno.

Dentro de las causas de la presente crisis alimentaria, la revista médica británica The Lancet, remarcó los efectos del cambio climático, los subsidios agrícolas y, sobre todo, el uso masivo de productos alimentarios para producir los denominados biocombustibles. Efectivamente, las condiciones adversas generadas por el cambio climático, entre las que se cuentan prolongadas sequías o súbitas inundaciones, impiden un aumento en la producción de cereales y granos básicos, mientras la demanda causada por el incremento mundial de población no se detiene. Por otra parte, la creciente demanda de países como China e India por alimentos de calidad, tiene una incidencia no menor en el aumento de la demanda por granos; por ejemplo en China, la demanda de carne por habitante pasó de 20 a 50 kilos anuales, lo que impacta enormemente en los requerimientos de cereales pues para incrementar la producción de carne, se necesita aumentar el consumo de estos productos por parte del ganado. A su vez, la necesidad de reducir la dependencia del petróleo ha llevado a la reasignación de importantes productos alimenticios hacia la producción de los llamados biocombustibles; actualmente se están utilizando unos 100 millones de toneladas de cereales por año para fabricar etanol o biodiesel.

Ciertamente, el tema de los biocombustibles es altamente controvertido, ya que en algunos casos, cuando se trata del uso de granos como el maíz y el trigo que constituyen la base de alimentación de miles de millones de personas -generalmente las más pobres- es todo un contrasentido ético y, al igual que la producción de salmones que destruye una biomasa pesquera natural casi diez veces el tamaño de la producción salmonera, debería promoverse una moratoria mundial que impidiera el uso de recursos tan críticos como la biomasa pesquera y las reservas de grano para sostener el negocio lucrativo de los salmoneros y de las trasnacionales que -como Monsanto- inciden a nivel mundial y de manera gravitante en la producción y disposición de granos como el maíz. No está demás recordar que con los precios actuales del petróleo, el incentivo para reasignar los granos a la producción de estos biocombustibles crece en forma directamente proporcional al aumento del precio del petróleo. Al respecto, considérese que el barril de crudo de la OPEP ya tocó los 111 dólares; el Brent del norte que es la referencia en Europa, ya se cotizó en Londres a 117 dólares, y el de Texas, referencia en Estados Unidos, alcanzó en Nueva York los 120 dólares. Ciertamente, compañías multinacionales como Monsanto –responsable del temible Agente Naranja y de la proliferación de los PCB’s y de las dioxinas en el mundo- no tendrán tribulaciones éticas a la hora de poner en riesgo a los 850 millones de hambrientos que hay en el mundo si de ganar mucho dinero se trata. El problema que están causando los biocombustibles fue incluso resaltado por el primer ministro británico, Gordon Brown, quien estima que hay que remediar el aumento reciente de los precios de los alimentos y que la comunidad internacional debería examinar el impacto que está teniendo en este tema la fabricación de biocarburantes.

No menos importante en la explicación de la actual crisis alimentaria es la política agrícola seguida por los países de alto desarrollo. El presidente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss, haciendo gala del sesgo ideológico de esta institución, ha declarado que la súbita crisis de alimentos, que se ha intensificado más en países de Asia, África y el Caribe, se debe a las políticas comerciales y de subsidios que países ricos dan a sus agricultores. Aunque se ponga en tela de juicio la obsesión ideológica del FMI que busca demoler toda forma de impuestos y subsidios, no debería esto segarnos ante el enorme impacto que puede tener en la economía mundial, especialmente en los países pobres, los más de 300 mil millones de dólares anuales que gastan los países ricos (Unión Europea, Japón, Corea del Sur, Estados Unidos y Canadá) para subvencionar a sus productores agrícolas. Esto representa aproximadamente un 30% del valor de la producción y en esas circunstancias no hay negocio que aguante. Esto que no hacen ni pueden hacer los países en desarrollo, es derechamente competencia desleal que afecta a los más pobres de entre los pobres del mundo, lo que se agrava más aún cuando muchas veces, la mal llamada ayuda al desarrollo consiste en entregar suministros de estos productos alimenticios a los países pobres, contribuyendo a eliminar y destruir la producción tradicional de estos pueblos. Muchas veces la ayuda al desarrollo se utiliza como una excusa para sostener las políticas de subsidios que hacen los países ricos a sus agricultores. La hipocresía política no es patrimonio exclusivo del Tercer Mundo.

No pocos expertos sostienen que las políticas de ayuda alimentaria de los países ricos -donde la producción es subsidiada- modificaron en las últimas seis décadas los hábitos alimenticios y destruyeron la producción agrícola local de pueblos en África y el Caribe. Vandana Shiva –reconocida líder del Tercer Mundo- responsabiliza al Banco Mundial y al FMI de la destrucción de los sistemas de agricultura tradicional de los países pobres, los que gracias a proyectos de desarrollo y políticas de ajuste estructural, fueron forzados a abandonar la producción de granos básicos, para depender de las exportaciones de flores, frutas y verduras exóticas, así como de los biocombustibles. Todos estos productos tienen como destino los mercados de los países industrializados que son quienes acaparan la riqueza del mundo. Africanos y caribeños dejaron de comer tubérculos como la yuca o el camote y otras raíces que eran producidos localmente y constituían la base alimentaria antes de que se introdujeran, como ayuda al desarrollo, el trigo, el arroz y el maíz. En Haití, el arroz importado de Estados Unidos a precios subsidiados sustituyó a los tubérculos, raíces y a la producción local y, en algunos países de África, es más barato importar granos o cebollas desde Francia que producirlos localmente, lo que contribuye a la dependencia y a la incapacidad de los países pobres para desarrollar su sector agroalimentario.

Esta crítica situación por la que atraviesa el mundo ha sido ratificada el pasado 15 de abril en Johannesburgo, Sudáfrica, en una reunión de gobiernos y científicos del mundo -auspiciada por Naciones Unidas y el Banco Mundial- en donde se dio a conocer el informe del Panel de Evaluación Internacional de los Conocimientos, la Ciencia y la Tecnología en el Desarrollo Agrícola (IAASTD), el cual demanda un cambio radical en la forma de producción agrícola. En dicho informe, se pronostican los graves conflictos que implicará la actual y dramática escasez de alimentos, se cuestiona la revolución verde -basada en el uso intensivo de pesticidas y fertilizantes- y en los organismos genéticamente modificados y se hace hincapié en la necesidad de promover y fortalecer la agricultura en pequeña escala como la única solución viable a la crisis. El director del IAASTD, Robert Watson, señaló que "Business as usual is not an option", afirmando que, de la forma que actualmente el mundo enfrenta la insuficiencia alimentaria, no se resolverá el problema del hambre, ni de la pobreza ni de la grave crisis ambiental que vive el planeta. El informe -realizado por un grupo de 400 investigadores a nivel mundial- fue aprobado por 55 países y sólo Estados Unidos, Canadá y Australia mostraron sus reservas, mientras algunos países de la OCDE rechazaron el cuestionamiento de los subsidios agrícolas.

El problema esta planteado y apareció como una plaga largamente larvada y es de esperar que los políticos del mundo, sean capaces de asumir este desafío en la escala y dimensión que corresponde.


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*Marcel Claude es director de investigación y estudio U. Arcis