7 de junio de 2008

GIRO REGIONALISTA O ESTANCAMIENTO

Por Esteban Valenzuela VT.
Diputado Chile Primero Rancagua

Esta vez fue el afamado economista Michael Porter: Chile necesita activar su economía y dar autonomía a sus regiones. Hace tres años se firmó un protocolo con los diputados que impulsamos el royalty minero a cambio de una fuerte inversión en polos tecnológicos regionales, y sólo existe un esbozo de cluster. Hace cinco años fue la OECD que señaló la falta de educación de calidad, investigación y descentralización. Hace siete, el alemán Messner advirtió que Chile era el único país de desarrollo medio alto del mundo que no elegía sus gobiernos regionales y no dinamizaba el nivel meso (intermedio) de competitividad económica. Hace una década, la Concertación prometió crear Gobiernos metropolitanos y elegir gobiernos regionales, y no hay nada (ni siquiera se puso urgencia a la elección de los consejeros regionales y sólo tendremos elecciones municipales).

Desde la década de los sesenta, los países emergentes siguen el ejemplo de los desarrollados, obligando a las macrociudades a asumir sus externalidades negativas, encarecer los costos en las capitales e incentivar las regiones. En el Chile de hoy se congela el pasaje de transporte en Santiago a 380 pesos, con viajes de 15 kilómetros en promedio, mientras en Rancagua y otras ciudades, el pasaje sube, se empina sobre los 300 pesos por trayectos de cinco kilómetros. Sí, como gritan Los Federales, las regiones subvencionan el centro...y después se nos denosta porque rechazamos con nuestro voto esa injusticia estructural y estratégicamente errada para la ciudad contaminada.

No se confía en los propios santiaguinos para que elijan su intendente y que el pueblo con su voto eleve las exigencias a un gobierno metropolitano que asuma políticas sustanciales en lo ambiental, la equidad territorial y el mejoramiento del transporte con "rostro humano".

Sigue el paternalismo castrante que no permite a las regiones elegir sus gobiernos y recibir una parte significativa de los impuestos que generan. No se permite hacer sus propias apuestas de desarrollo, fomentar la cooperación público-privada, hacer sus "puentes" y "pasos internacionales", generar capitales semillas más allá de los cluster que definen algunos tecnócratas-burócratas, que pretenden definir las "vocaciones" de los territorios: ¿No es hora que las regiones hagan sus pactos sociales, compitan y puedan innovar en el mundo globalizado haciendo dinámicos sus territorios, con permiso a equivocarse como lo suele hacer el Gobierno central y sus pesadas agencias?
Los que festejaban a Porter por alabar la conducción macro-económica de Chile, ojalá tengan la humildad, la sabiduría y el coraje de asumir el subdesarrollo político chileno en pleno siglo XXI que él denuncia: es hora de que las regiones elijan para enriquecer Chile y darle aire.-

6 de junio de 2008

General Bernales: nuestra Lady Di.

Por Pedro Santander*

Comencemos por señalar que esta reflexión no girará en torno al fallecido ex director general de Carabineros, General Bernales, sino en torno a su representación televisiva que fue construida estos días por los medios de comunicación, especialmente por la televisión y sus diversos programas. Nos parece importante para el entendimiento de lo planteado que se comprenda dicha diferenciación que subyace a este análisis y que implica la separación entre el sujeto empírico (fallecido) y el sujeto mediático (más vivo que nunca). Sobre este último hablaremos, no sobre el primero.

Esta aclaración tiene también algo de justificación a priori, un por si acaso que se anticipa y que, por lo mismo, da cuenta de los temores y las restricciones que se atisban cuando la reflexión en Chile se encauza por un camino menos transitado. Ya el domingo pasado vimos un panelista en un programa de conversación esbozar tímidamente una explicación al fenómeno de masas que produjo la muerte y el funeral del general Bernales, pero fue una aproximación tímida pues gastó más palabras en disculparse y mitigar sus afirmaciones que en profundizarlas. Rescatamos, sin embargo, como punto de partida para lo que nosotros queremos señalar una pregunta que él dejó planteada: si una semana antes del accidente aéreo se hubiera realizado una encuesta en el Paseo Ahumada, ¿cuántos hubieran sabido quién es, cómo se llama, el Director General de Carabineros? Sospechamos que muy pocos.

Dicho lo anterior, partimos por señalar que creemos que ahora podemos identificar un antes y un después en la televisión chilena que, sin embargo, no es nuevo respecto de la dramatización televisiva que otros países exhiben. Sabemos que la innovación en televisión suele ser lenta, pesada, escasa; es así como se copian los géneros, los formatos, los programas, los estilos, los escenarios, etc. Eso ya lo sabían hace 60 años los teóricos de la Escuela de Frankfurt,que hablaban de la primacía de los géneros por sobre el contenido. Y vemos en la TV chilena que la copia tampoco es una excepción: los reality son un excelente ejemplo, llegan a nuestro país de la mano de Canal 13 una vez que han triunfado en Europa, se copian calcadamente programas como Amor Ciego (de EE.UU.) o El Baile (de Gran Bretaña). Y también los espacios considerados más serios como los noticiarios muestran ese efecto copión, por ejemplo, en los estilos, pautas, horarios, etc.

Lo que en este caso específico que estamos analizando impacta, es la similitud que los medios chilenos, sobre todo la televisión, ha mostrado con el comportamiento que tuvieron los medios ingleses (y por consecuencia el público) con el fallecimiento de Lady Di.

Hubo olfato y reacción mediáticos activos, alertas y apropiados para actuar de modos muy parecidos, a ratos casi idénticos, en la puesta en escena comunicacional de la muerte y de los funerales del general. La primera pista la dio Televisión Nacional: se concibe y evalúa el acontecimiento de un modo tal que justifica la interrupción de una final internacional de un torneo Sub-23 en la que disputamos el primer lugar. El clásico “Extra” periodístico es percibido como muy poca cosa y es la parrilla programática en su conjunto la que se ve alterada hasta las 3 de la mañana. El resto de los canales imita la conducta.

Lo que comenzamos a ver nos remite discursiva y comunicacionalmente a otra tragedia convertida en espectáculo por los medios: el fallecimiento de Lady Di.

Hay similitudes asombrosas, algunas ajenas a los medios y otras, las más, construidas tanto por la comunicación mediática como por sus consecuencias sobre la audiencia. Veamos algunas que pertenecen a la primera categoría: tanto Lady Di como el General Bernales mueren trágicamente en un accidente, en un país que no es el suyo, con sus parejas, por accidente en un medio de transporte.

Veamos los de la segunda categoría y que son los que interesan para este análisis: la reacción comunicacional que sorprende por lo igual y que nos hace sostener que la televisión y sus posibles efectos fueron también considerados por diversos actores como la Presidenta de la República, los ministros, el cuerpo de Carabineros, etc. que participan de la dramatización

La puesta en escena de los funerales y el luto, por ejemplo, incluyen en ambos casos flores dejadas en rejas por las personas, libros de condolencia a lo largo del país, la carroza, el canto de un solista en el funeral (una niña acá, Elton John allá). Como ya decíamos, la programación televisiva sufrió cambios durante días, hubo cadenas nacionales tanto de la presidenta, como de la transmisión de la misa, el cortejo y el funeral.

Todo esto, al igual que con Lady Di, nos lleva a presenciar una sobre reacción informativa que, por efecto de saturación deja de ser informativa. Lo esencial de un evento noticioso es que aporte información nueva y novedosa al hecho que se difunde, sin embargo, durante horas vimos todo el aparato periodístico de los canales chilenos, lo mejor de nuestro periodismo, dándose vuelta sobre lo mismo, haciendo avanzar apenas la información respecto del hecho, aportando mínimas unidades informativas novedosas.

Cuando esa sobre-reacción no informativa es protagonizada por lo mejor del periodismo televisivo, comienza a ocurrir algo que es diferente a la transmisión de un noticia importante: el periodismo deja de informar sobre un hecho y se hace a la tarea de construir un acontecimiento, de moldearlo y darle una existencia propia, en este caso, ese constructo se vuelve ontológicamente independiente del General Bernales como sujeto empírico, convirtiéndolo en un sujeto mediático que podemos calificar gráfica y metafóricamente como nuestra Lady Di por el accionar de los medios, sus consecuencias y la consiguiente reacción popular. Los medios ingleses bautizaron a esta lady como “la princesa del pueblo”, en Chile la prensa habló del “general del pueblo”; se recurre a las metáforas mitológicas para caracterizar a los personajes, se muestran sus rostros con efecto glow (brillo alrededor de sus rostros que remite a aureolas), etc., es el mito prometéico al alcance de la audiencia.

Algunas consecuencias de lo hasta ahora señalado: hablábamos más arriba de un antes y un después en términos del comportamiento televisivo de la información, de la copia de estilos y formatos, de la escasez penosa de lo informativo en la entrega noticiosa, de los departamentos de prensa que provocan un desplazamiento de la noticia optando por la creación de un suceso dramático. Estos elementos permiten la instauración legitimada de la hiper-emocionalidad en espacios de la programación donde lo racional solía primar. Asistimos al declive de lo factual, de los hechos, en espacios informativos que pierden la batalla y se ven colonizados por la reglas, las dinámicas y las lógicas de la ficción, pero, que al mantener la apariencia de noticia (periodistas-locutores, contactos en vivo, reporteo, estilo lingüístico informativo) simulan hechos, difundiendo simulacros.

Otra consecuencia, en este caso teórica: por más que nos duela, nos angustie o nos incomode, situaciones como estas indican que vale la pena revisar o revisitar ciertos postulados y nociones de las teorías conductistas aplicadas a los medios de comunicación y sus efectos sobre las audiencias. ¿cómo si no explicar las 50 mil personas en las calles? ¿cómo entender que una mujer sufra un ataque de histeria al paso de un desconocido? ¿cómo comprender que un hombre en Puerto Montt, que nunca vio al general, lo llore “porque era tan cercano”?

A los estudios de medios no les gusta usar la palabra masa, se prefiere muchas veces hablar de comunicación social antes que de comunicación de masas, serían elitistas quienes hablan con este término. Pero, ¿acaso aquello que vimos en el funeral no es masa pura y dura, masa densa, no es ese el mejor término para describir un comportamiento multitudinario difícil de explicar, pero que sabemos está en relación con los medios y sus audiencias y al cual incluso se suman agentes de las instituciones autorizadas como un Felipe Harboe sollozando?

Finalmente, dicho todo lo anterior, podríamos plantear una suerte de formalización en escenarios como este: bajo condiciones colectivas de excitación emocional, la muerte trágica de un miembro de la elite difundida con hiperemocionalidad por la televisión y legitimada por miembros de las estructuras de poder, provocará respuestas hiperventiladas, masivas y homogéneas.

Es lo que podríamos llamar el Efecto Di o, para nuestro caso, el Efecto Bernales.

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*Pedro Santander es periodista, Universidad Católica de Valparaíso.

El alma de Chile

Por Pedro Cayuqueo*

La noticia ha golpeado el alma del país. Es lo
que han señalado a coro todos los medios de
comunicación, escritos, radiales, electrónicos y televisivos, que han elevado al general de Carabineros José Bernales, fallecido en un trágico accidente aéreo en Panamá, a la categoría
de héroe nacional. La propia Presidenta de la República Michelle Bachelet, interrumpiendo su gira por la Cuarta Región, sostuvo con la voz entrecortada estar desolada y triste con la noticia. "Siento un gran dolor desde el punto de vista de la pérdida de un gran hombre, de un gran general director de Carabineros, de un tremendo liderazgo", señaló la primer mandataria en la
loza del aeropuerto de La Serena, al borde de las lágrimas y buscando interpretar el sentir de toda una nación en duelo.

¿Mera propaganda para legitimar un estado policial? ¿Estrategia de La Moneda para desviar la atención pública de la contingencia? Todas las anteriores, pero mucho más. Basta un intercambio
de palabras con el vecino o el almacenero de la esquina para comprobar que la muerte de Bernales a golpeado en verdad a muchos. Y fuerte. Se trataba en los hechos de un general "respetado",
proveniente "del pueblo", que hablaba como "el pueblo" y que conducía la institución policial como al pueblo chileno le gustan de cierto modo sus líderes: carismáticos, de mano firme, hablar
golpeado y hasta cierto punto autoritarios y arrogantes. Figuras paternales amadas por la ciudadanía de este país provinciano y que han existido en toda la historia de Chile, desde
Portales a Pinochet, desde Alessandri Palma a Ricardo Lagos. Ellos fueron políticos. Bernales, un sheriff de tomo y lomo.

Además de la aceitada maquinaria propagandística del gobierno, la muerte del general Bernales ha dejado también en evidencia el carácter fascista del alma de Chile. Sino ¿cómo entender que sin
mayor cuestionamiento ciudadano, se eleve hoy al panteón de los héroes a un jefe policial involucrado en graves violaciones a los derechos humanos tras su paso por Wallmapu? La lista es larga y ha sido documentada por diversos organismos internacionales de restigio: Violentos allanamientos a comunidades; detenciones arbitrarias de dirigentes y comuneros; torturas y apaleos en zonas rurales y cuarteles policiales; amedrentamiento contra
mujeres, ancianos y niños; ello sin olvidar el asesinato impune de dos jóvenes mapuches, ejecutados a sangre fría por el gatillo fácil y la permisividad de los altos mandos. Bernales, el principal de ellos.

"Chile ha perdido a un gran General Director, es momento de tristeza, pero también es momento de seguir con el legado que él dejó: una institución con la mayor credibilidad ciudadana de la
historia y con un mando impecable", declaró el subsecretario del Interior, Felipe Harboe, visiblemente emocionado. No miente Harboe y lo sabe. Carabineros de Chile goza de un prestigio ciudadano que envidian sus pares de Brasil, México y porque no decir, Panamá. Extraño fenómeno. En esos países la policía también reprime a menudo y sin contemplación. En las favelas de Rio, el gatillo fácil es un deporte casi tan popular como el fútbol. ¿Cuál es la
diferencia? Que allí la policía además roba y extorsiona. En Chile, en cambio, matan, golpean, reprimen y torturan, pero no son corruptos. ¡No señor! ¡eso si que no!... bendito consuelo.

Una sociedad que es capaz de hacer vista gorda frente a una policía militarizada caracterizada por disparar primero y preguntar después, no puede estar en su sano juicio. Una sociedad que transforma en éxitos televisivos docu-realitys policiales donde se persigue, denigra, golpea y estigmatiza a los sectores más postergados, no puede pretender ser llamada democrática. Sospecho que una sociedad de este tipo, que rinde honores
a un general que se vanagloriaba en Wallmapu de "salir a cazar delincuentes", difícilmente podrá aceptar de buenas a primeras la legitimidad de nuestro reclamo histórico. Mucho menos podrá
demandar a las autoridades privilegiar el diálogo político y no la lógica de los calabozos, esta última carta de presentación del fallecido general a su arribo como Jefe Policial en Temuko.
Todo ello fiel reflejo de lo mucho que nos queda por hacer.

Bernales ha muerto, se libró de la justicia terrenal y si responderá o no por sus actos en una hipotética otra vida, cuestión de creyentes.
Nadie puede, sin embargo, celebrar su trágico final. Dicha actitud, además de reprochable, atenta contra los valores básicos de cualquier sociedad que se diga respetuosa de los derechos
humanos. ¿O no es eso precisamente lo que exigimos tan a menudo, que se respete en Wallmapu el valor de la vida humana, el principal y más básico de los derechos que nos asisten? Y es que
no podemos confundir las ansias de justicia con el revanchismo o la venganza. No si decimos luchar por una sociedad distinta, mejor, más "mapuche" para nuestros hijos e hijas. Poco y
nada que agregar. Solo desear a los familiares del general toda la paz y el consuelo que, llegado el día, quisiéramos para con los nuestros.

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*Pedro Cayuqueo es periodista, director de Azkintuwe.

5 de junio de 2008

Valorando el liderazgo que lleva a la gobernabilidad

Por Luis Casado*

En la jerga iniciática que se chamulla en el microcosmos de la política chilensis hay dos o tres memeces que son inevitables. El verbo “valorar” por ejemplo. Cada día de dios, algún pirao que no tiene nada que decir, -ni una idea, ni un concepto-, se raja con una declaración “valorando” esto o lo otro e incluso aquello.

En la misma vena, la “gobernabilidad”, -que el diccionario define como la posibilidad o facilidad de un colectivo para ser gobernado-, se transformó en la receta para no hacer nada que pudiese molestar a los poderosos. Hubo un mandatario tan experto en “gobernabilidad” que se ganó en su día, merecidamente, el afecto de los empresarios.

Un líder político, -allí donde esas cosas existen-, suele ejercer una influencia decisiva a la hora de escoger caminos, tomar decisiones, adoptar posturas, arbitrar alternativas, definir posiciones, resolver disyuntivas. Si el líder no logra hacer prevalecer sus puntos de vista dimite y se va, o hace como Marx. Groucho Marx decía: “estos son mis principios, y si no les gustan... tengo otros”.

En Chile, la noción de “liderazgo” es número puesto a la hora de hablar para no decir nada, o para decir chorreces. Concepto definido como una “situación de dominio ejercido en un ámbito determinado”, su propia significación revela que nuestros supuestos líderes no controlan ni sus esfínteres.

Lo que nos lleva a otro lugar común, un tópico entre los tópicos, el “díscolo”. La palabrita nos viene del griego “dýscolos”, que designa a una persona malhumorada, de trato desagradable. En la copia feliz del edén se usa para designar a parlamentarios supuestamente poco dóciles y desobedientes, lo que ya es todo un programa.

En el marco de la Constitución de la dictadura aún en vigor, un representante de la soberanía popular debe ser “dócil y obediente”. Si no... es un “díscolo”. Si la curiosidad te llevase a examinar cómo han votado los díscolos en el Parlamento te llevarías una sorpresa mayúscula. Con la notable excepción de Sergio Aguiló, que rehusó votar el TLC con los EE.UU., la norma ha sido la docilidad y la obediencia.

Recientemente el “malhumor y el trato desagradable”, la falta de “liderazgo” y la ausencia de “gobernabilidad” han puesto de moda eso de “cada uno para su santo y a la mierda el resto”, consigna en plan Titanic a la que algunos tratadistas le prefieren llamar el modelo “muerte de la Bubulina”.

Lo que me permite una transición fácil y pertinente hacia el demasiado frecuente ejercicio, por parte de las autoridades judiciales, de la llamada “formalización”. Que se define como la “Concesión de un carácter de seriedad y estabilidad, o legal y reglamentario, a lo que antes no lo tenía”.
Cuando algún presunto delincuente, -ministro, subsecretario, empresario o simple ciudadano de a pie-, es inculpado, es decir acusado de un delito, la parlancia chilensis te explica que el supuesto malhechor fue “formalizado” o sea que se le ha concedido “un carácter de seriedad o de legalidad que antes no tenía”.

De modo que nuestra bendita costumbre de hablar y de escribir con elisiones, perífrasis, metáforas, elipsis, metonimias, imágenes, parábolas y alegorías, amén de las huevadas ya descritas más arriba, hace imposible una declaración de tipo: “El proyecto de Ley General de Educación es una mierda y la violenta represión ejercida contra los estudiantes una vergüenza para un país supuestamente democrático. El comportamiento de muchos responsables políticos linda con la delincuencia. Si las coaliciones que se disputan el derecho a continuar saqueando el país no toman en cuenta el cabreo del personal, habrá que sacarlos a patadas en el culo”. Confiesa que estamos mejor como estamos: “Valorando el liderazgo que lleva a la gobernabilidad”.

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*Luis Casado es economista

El Día del Medioambiente y la industria acuícola

Por Francisco Pinto*


Si algo positivo podemos sacar de la severa crisis ambiental y sanitaria por la cual atraviesa la industria salmonera, es que finalmente el cuestionamiento sobre cómo se ha desarrollado la actividad, se ha generalizado en la discusión pública. Además de las organizaciones de la sociedad civil, parlamentarios y Poder Ejecutivo, han mostrado alta preocupación por el tema y se aprecia cierta voluntad política para avanzar hacia una salmonicultura más amigable con su entorno.

Esta ventana de oportunidad incluye la discusión sobre los instrumentos que regulan la actividad. Ciertamente la acuicultura, impulsada principalmente por el cultivo de salmónidos, ha dejado obsoleto el actual marco regulatorio y la capacidad fiscalizadora del Estado, más aún, este último ha propiciado y acelerado el veloz crecimiento del sector, sin considerar oportunamente los impactos ambientales y sanitarios de este tipo de políticas.

Así, durante las últimas semanas se ha posicionado en los medios de prensa, la aplicación de un royalty a la salmonicultura. Al respecto, algunos actores que rechazan este instrumento han manifestado que no corresponde cobrar royalty porque se trata de un impuesto sobre un recurso renovable, mientras que los que están a favor señalan que es justo que se compense a la comunidad por todo el daño ambiental que provoca.

Lo cierto es que, ni lo uno ni lo otro es correcto. Para ordenar un poco esta discusión cabe señalar, que el royalty es un instrumento económico que se aplica con el objeto de cobrar la renta económica de los recursos naturales, es decir el valor del uso. No es un impuesto, sino es el precio de escasez relativa del recurso y en consecuencia, no tiene relación en que éste sea renovable o no.

Por otra parte, si lo que se quiere es disminuir o mitigar el impacto ambiental que genera la actividad, lo que tendría que hacer la autoridad es aplicar un impuesto ambiental (o pigouviano como se conoce en la literatura). En su mayoría, los impuestos distorsionan los incentivos y alejan la asignación de recursos del óptimo social. A diferencia de esto, un impuesto pigouviano tiene la propiedad de corregir los incentivos, para que se tengan en cuenta las externalidades negativas y por lo tanto, se acerque más a la asignación óptima de los recursos.

Ambos instrumentos, royalty e impuestos, no son excluyentes, más aún, la aplicación de ambos orientaría a la industria acuícola y, particularmente, la salmonera, hacia un estado de mayor equidad social y respeto por el medioambiente, dos aspectos que sin duda debieran ser altamente valorados por una sociedad moderna que se precie de tal.

Recordando que hoy celebramos el Día Mundial del Medioambiente, el llamado a una mayor conciencia ambiental es para toda la ciudadanía y en forma especial a las autoridades y parlamentarios, para que incorporen estos criterios e instrumentos en sus decisiones y optemos por una sociedad más justa y respetuosa por su medioambiente.

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*Francisco Pinto, Fundación Terram

4 de junio de 2008

Crisis en la academia económica

Por Ernesto Benado*

Los sorpresivos cambios en las variables económicas han pillado de sorpresa y un poco desnudos a los economistas, ya sean de Harvard, Chicago o Londres. Simplemente se está demostrando que no puede haber dogmas ni normas intocables en la economía.
Lo que aprendieron como verdades en las escuelas hace 10 o 15 años, ya no funcionan, lo que le dijeron los maestros en los post grados no sirven mayormente y si no saben ser creativos, el viento de los cambios los hará volver a la enseñanza donde se corren menos riesgos que en la economía real.

Empecemos por el precio del petróleo. Había un horizonte de reservas para 50 años. El consumo de los grandes países emergentes ha reducido este horizonte a 20 o 25 años. Nunca ha existido una teoría o modelo para calcular el precio de una materia prima en el periodo de su agotamiento. El efecto inmediato ha sido duplicar el precio del petróleo crudo en un año. Llega actualmente a 130 dólares el barril, y se calcula que en el resto del año alcance los $200 dólares.

Es claro que se puede bonificar su precio para que el impacto no sea tan grande en el costo de la vida y la inflación. Pero ¿quién puede medir el impacto del alza del precio en todos los aspectos de la economía actual?.

Los que creímos en la teoría del valor de las mercancías de acuerdo al trabajo socialmente contenido en su producción, debemos aceptar que eso no funciona con el petróleo. El trabajo contenido en un barril de petróleo, apenas si justifica un cuarto de su valor. Parece que los marginalistas están más cerca de hacer entendible las fluctuaciones de precios en el mundo moderno.

¿Y qué pasa con todos los modelos econométricos basados en las matrices de insumo–producto (la del Banco Central chileno es secreta y no se difunde) y en las relaciones de precio establecidas en esas matrices?.

El alza desmedida del petróleo ha transformado todas esas matrices y los planificadores se han quedado sin una de sus principales herramientas.
Al alza del petróleo se ha sumado el aumento de precio de las materias primas, entre ellas, afortunadamente, el cobre, en el cual Chile tiene una posición dominante en el mercado. ¿Quién fue capaz de predecir que el precio del cobre rozaría los US$4 por libra?

Durante los años de Eyzaguirre en el Ministerio de Hacienda se aplicó la norma del excedente estructural del 1% en el Presupuesto Nacional, para prepararse para un período de bajos ingresos fiscales. En vez de planear un presupuesto expansivo y contracíclico, redujo el gasto fiscal, prepagó deudas externas del sector público, con lo cual se inició el proceso de la revalorización del peso chileno. Si por el contrario hubiera gastado más, hubiera tenido presupuestos deficitarios y hubiera endeudado al fisco, hoy en tiempo de grandes excedentes, podría estar pagando las deudas y no presionando a la baja al dólar. Además habría habido un mayor crecimiento y menor desempleo determinados por las adquisiciones estatales y las inversiones inducidas por el mayor presupuesto.

¿De donde salió la teoría del excedente estructural, tan celebrada, tan inoportuna y tan nociva? De la academia económica en que les enseñaron normas intocables e inobjetables. ¿A quién podemos reclamarle por estos errores? Lamentablemente a nadie.
Y, finalmente, se viene la llamada crisis subprime encima. La academia dice que no debería afectarnos, pues Chile está protegido por impresionantes US30.000 millones guardados en el exterior y ganado un 4% anual de intereses Aproximadamente lo mismo que se dijo para la crisis asiática y para la crisis mexicana.

Siempre se presenta a Chile como una isla inexpugnable, sin considerar que las crisis económicas no respetan fronteras en un mundo globalizado. La crisis subprime va a llegar a Chile. La banca internacional que es la que ha prestado 50.000 millones de dólares al sector privado chileno, se ha descapitalizado con la crisis de las hipotecas en EE.UU. y tiene que recuperar préstamos, y está en la etapa de recuperar capital. Los préstamos a las empresas chilenas y especialmente a los bancos chilenos, que han hecho grandes utilidades endeudándose en dólares y prestando pesos chilenos, no van a ser renovados fácilmente y esto va a significar un apretón crediticio generalizado en Chile. Así como el mercado inmobiliario ha estado boyante con las hipotecas y los créditos a los consumidores se han inflado con las tarjetas de crédito comerciales, la crisis va a llegar –finalmente- tanto a las propiedades, la industria de la construcción y los hogares de los consumidores.

¿Quién nos salvará de los aumentos de las tasas de interés que aconsejará la academia?. Sólo economistas creativos, sin recetas en la mente y con deseos de hacer de Chile un país desarrollado.

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*Ernesto Benado es ingeniero y ex presidente de Conadecus.

3 de junio de 2008

Palabra de pobre

Por Marcelo Monsalves*


La capacidad de crear y utilizar un idioma es un rasgo distintivo del ser humano. Algunos otros animales pueden desarrollar sofisticados medios de comunicación, pero nada parecido a una lengua. Si bien existen otros lenguajes como la música o la plástica, nuestro idioma es el recurso privilegiado para pensar, creer, soñar, crear, amar. Es decir, vivirnos y convivirnos como personas. Por eso, es difícil imaginar una afección que nos prive de esa capacidad. La persona queda encapsulada en un mundo de objetos y seres sin nombre, vacíos de sentido y significado. Incapaz de decir y decirse.

En eso pienso cuando oigo hablar a ciertos jóvenes. Especialmente a jóvenes de sectores populares. Un repertorio muy limitado de palabras y expresiones, basado en estructuras básicas, con una pronunciación apenas comprensible. Normalmente, un discurso fragmentario, lleno de vacíos e incongruencias, apenas salvadas por interjecciones, onomatopeyas y locuciones mal dispuestas. Pienso entonces en cuál es su capacidad para decir y decirse.

Los imagino estudiando, buscando un trabajo, haciendo un trámite, exigiendo una buena atención o defendiendo sus derechos. ¿Cuáles son sus reales posibilidades y oportunidades? Luego, los imagino mayores leyendo el contrato de trabajo, el plan de la isapre o las condiciones de la tarjeta de crédito. Claro, si es que llegan a tener la buena fortuna de estar en esa situación. Ni siquiera me atrevo a imaginarlos en mundos más complejos como la literatura, la ciencia, un idioma extranjero o el autoconocimiento. Siento que su pobreza expresiva es síntoma y también causa de un futuro degollado, de pobreza amplia asegurada.

Cuando hablo de pobreza expresiva no quiero decir incapacidad para comunicarse. Hablo de la incapacidad para generar relatos estructurados y lúcidos de sí mismos, de su mundo, de su futuro. El punto es que sin relato, no hay proyecto. Solo reproducción regresiva de la situación actual.

Por eso, me sorprenden las opiniones de comentaristas de poca monta, cuando hablan con entusiasmo infantil de “nuevos lenguajes” juveniles. Como para dar un toque de paternidad liberal bien encauzada y aguda capacidad de observación, suelen ejemplificar su punto con el “chat” de sus hijitos. Bien por sus hijitos que tienen computador en casa. Bien por la tecnología como medio para enriquecer y diversificar la interacción humana. Sin embargo, en tanto relato, no consigo ver en el “chatting” algo más que hilachas de trivialidades colgando de contracciones, exclamaciones y simpáticos “emoticones”.

El sistema educacional tampoco ayuda mucho. Los últimos resultados del SIMCE vienen a dar estatus de seriedad oficial a lo que todos saben: la mayoría de niños y jóvenes populares son “iniciales”. Peor aún, se han estancado en su “inicialidad”. Frente a ello, la autoridad infiere que los resultados expresan “una brecha importante que tenemos que mejorar tanto en calidad como en equidad, y esos son lo desafíos que tenemos por delante”. Brillante. Por eso concluye que se debe hacer más y mejor de lo mismo. Algo así como unos toques por aquí y por allá a un sistema educacional que no funciona. Un sistema que le pone una marca indeleble de “inicial” al niño pobre cuando ingresa. Me parece que el sentido común indica otra cosa: si lo que haces no produce los resultados que quieres, entonces haz otra cosa.

Creo que devolver a los niños y jóvenes pobres su capacidad expresiva, de decir y decirse, es un imperativo ético, político y secundariamente técnico. Sin embargo, ello requiere devolver al Estado su propia capacidad expresiva que estimule la imaginación y el coraje como para generar un nuevo relato sobre la educación, que será equivalente a la capacidad que tendrán los jóvenes de relatar un nuevo país en el futuro. Ojalá los pingüinos nos ayuden en el intento.

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*Marcelo Monsalves es consultor de empresas

2 de junio de 2008

El Derrumbe

Por Roberto Pizarro*


El PPD se ilumina y convence a los radicales que el éxito electoral radica en una lista separada del PS y de la Democracia Cristiana. Lista propia a las municipales, poniendo de manifiesto lo que la ciudadanía sabe hace rato: los partidos renunciaron a principios y programas y lo que interesa es administrar poder, cargos, posiciones y recursos. El hermano de Escalona, que vale por su apellido, renuncia al PS para ir por cuenta propia a algún municipio, da lo mismo cualquiera, mientras el senador Navarro estuvo al límite de la ruptura al no ser incluido en la nueva Mesa Directiva. En la DC el desgranamiento continúa, con la reciente renuncia de los abogados Bosselín y Briones, saga interminable desde la expulsión de Zaldívar y la renuncia de cinco diputados colorines.

La derecha no las tiene todas consigo. Hernán Larraín se cansó a la cabeza de la UDI, agobiado con esos ires y venires de Longueira y Lavín y, la última gota, las posturas encontradas respecto de cinco alcaldes de su partido involucrados en licitaciones oscuras. El otro Larraín, el de Renovación Nacional, Carlos, perfumado con incienso y enemigo de la píldora, se mantiene en la lucha, quizá porque cuenta con todo el apoyo de Sebastián Piñera, opción incontrarrestable para las presidenciales. Pero, tampoco hay que olvidar que el diputado Vilches y el senador Cantero, negritos de Harvard de esa organización, renunciaron hace pocos meses a RN.

Así están las cosas en la política nacional. La nomenclatura en crisis. Mientras tanto la ciudadanía se muestra cada vez más desafecta porque los partidos concentran su actividad en el poder desnudo, lo que ha traído como consecuencia una creciente corrupción en el país. Y los jóvenes, marginados de los partidos y de las elecciones, han optado por las movilizaciones. Antes contra la Loce y ahora contra la LGE, y mañana quizás apuntarán contra todas las desigualdades y exclusiones que avergüenzan a la gente decente. Es que la paciencia tiene su límite, como ha quedado de manifiesto en Bolivia, Ecuador, Venezuela y Paraguay.

Con 18 años de gobiernos de la Concertación y los mismos años de oposición de la Alianza el cansancio se ha generalizado. Se trata de un juego cerrado, en que la democracia ha sido capturada por unos pocos. En la Concertación las sillas musicales se encuentran trizadas con los mismos de siempre, que han renunciado a conceder el liderazgo a los jóvenes y menos a los que desean cambiar el modelo económico en curso. Por su parte, la derecha se ha desgastado con el populismo de los Legionarios de Cristo y del Opus Dei. Así las cosas, quedan en evidencia manifiestas contradicciones entre su proclamado aliancismo-bacheletismo, el rabioso ataque a la píldora del día después y la candidatura del empresario Piñera a la Presidencia. No convencen quienes exaltan las bondades del liberalismo económico y el emprendimiento privado mientras, al mismo tiempo, se refugian en un conservadurismo retrógrado que reprime las libertades de los cuerpos y almas de los jóvenes. Y no es creíble tampoco que el candidato de la derecha servirá a todos los chilenos cuando le duele tanto separarse de sus negocios privados y convertirse en un ciudadano común a la cabeza de su proyecto político.

El derrumbe de la clase política chilena parece inevitable. Podrán retroceder el PPD y los radicales en su pretensión de llevar lista municipal independiente, porque será difícil sostener la presión y compromisos de tantos años con sus compañeros de ruta. Pero la restitución de una lista en común tampoco reducirá el elevado desgaste político de la Concertación, que ha privilegiado la reproducción del poder de sus viejos dirigentes antes que la democracia ciudadana; que ha sido generosa con los grupos económicos antes que con las capas medias y sectores populares; y, que no ha tenido voluntad real para modificar el sistema político excluyente.

Por su parte, la UDI, con la renuncia de Larraín, deberá optar entre los históricos coroneles, agotados por los años o por figuras más jóvenes, las que sostienen el mismo fundamentalismo decimonónico. El verdadero problema de la “derecha gremialista” no radica en su fragilidad para captar los votos del centro político, sino en su incapacidad para renunciar al pinochetismo y en esa persistencia de imponer a los chilenos una dictadura valórica, que en el siglo XXI nadie está dispuesto a tolerar. Renovación Nacional probablemente asegurará al candidato Piñera, gracias a que cuenta con opción clara para la primera vuelta presidencial, pero a muy pocos convencerá que su proyecto político atenderá los intereses de las mayorías castigadas por la desigualdad económica, exclusión política y vulnerabilidad ciudadana. Basta mirar y escuchar al Presidente de RN para constatar que ese partido se encuentra muy lejos de la gente sencilla y más necesitada de nuestro país.

La actual clase política ya no se sostiene. Por ello el país reclama un nuevo liderazgo, que comprometa su accionar con toda la ciudadanía, especialmente los más débiles, y no con los grupos económicos ni con la reproducción de la nomenclatura política. Un liderazgo con principios, programas y con una moral a toda prueba. Un liderazgo capaz de instalar un nuevo modelo de desarrollo, que coloque en su centro el progreso económico, pero fundado de verdad en la equidad y la protección social; que promueva una nueva política económica, que priorice los intereses de los trabajadores, pequeños empresarios, y consumidores agobiados por las tarjetas de crédito; una política social que termine con las aberraciones de la focalización y que convierta a la educación pública en el eje de las oportunidades para los jóvenes. Los desafíos del presente y las tareas del futuro demandan ese nuevo liderazgo.

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*Roberto Pizarro es ex ministro de Mideplan

1 de junio de 2008

Llamado a las ciudadanas y los ciudadanos de Chile

Por Katia Cotoras y Moisés Scherman *

Rechazamos el Proyecto de Ley que modifica la Ley General de Urbanismo y Construcciones. Al analizar detalladamente este proyecto en su articulado, sin considerar el mensaje de “hermosas” intenciones que fundamentan la necesidad de una nueva ley, podemos concluir que está escrito con bellas palabras que no se concretan, ni son coherentes con lo propuesto, produciendo confusión y no permitiendo entender que detrás del cambio de las palabras territorio por urbano se enmascara un libertinaje a las normas sin control interministerial ni menos de la ciudadanía.

Es una planificación propuesta de carácter arbitrario, arcaica, es decir un retroceso en el proceso de planificación con incumplimiento a los convenios internacionales de Participación Ciudadana en el uso del suelo. Cuando se revisa el texto actual con el texto propuesto, se concluye que se requieren cambios para las ciudades, pero en otra dirección. Las razones de rechazo son enumeramos a continuación:

-No queremos nuevas chaitenes en Chile, una situación previsible si se hubieran considerado los factores geológicos, los riesgos de inundación por su ubicación y su crecimiento poblacional en el tiempo. ¿Cuántas ciudades en Chile permiten la ocupación habitacional en áreas de inundación? (por ejemplo las áreas aledañas a Concepción) ya que el municipio no dispone de los fondos para estudios de la cuenca, estudios geológicos, hídricos, etc.

El Estado a través de los Planes Regionales e Intercomunales debe normar sobre la ocupación de las áreas de riesgo. El proyecto de ley del Ejecutivo, elaborado sin ninguna participación de la ciudadanía, libera más aún al Estado de esta obligación de velar por el bien común al retirar la obligación de considerar las normas del Plan Intercomunal en el Plan Comunal. En la época de la Colonia existían criterios más exigentes que los propuestos en este proyecto de ley.

-No queremos conflictos sociales en nuestras ciudades por la ubicación de proyectos inmobiliarios que afecten a las comunidades. Hoy día hay reglas quizás insuficientes, pero que permiten ampararse a los ciudadanos en el Plan Regulador Comunal.

El proyecto aumenta los conflictos creando confusión y arbitrariedad al aplicar al mismo territorio planificación por zonificación y condiciones, al permitir seccionales obedeciendo a un esquema director, al crear zonas de desarrollo urbano condicionadas sin cumplir con las mitigaciones básicas y externalidades negativas del crecimiento urbano en las áreas agrícolas. La especulación excesiva daña el derecho a la propiedad creando una planificación caso a caso con faltas a la probidad, al derecho a la igualdad, en los administradores del territorio que son los municipios.

-Queremos participar en las decisiones de Planificación Urbana de nuestro barrio. El país firmó el convenio de la Agenda 21 reconociendo el derecho a participación de las ciudadanas y ciudadanos en el territorio. Cada chilena y chileno invierte su mayor sueño y patrimonio familiar en su casa, por lo que nuestra mayor inversión debe estar protegida de la excesiva especulación. Queremos plebiscitos en los planes reguladores comunales como se realizan en muchos países con transparencia y democracia, y no esquemas directores confusos, ambiguos a la ciudadanía o “seccionales” que permiten modificar las normativas sin la suficiente transparencia.

-Queremos que Chile sea reconocido por sus bellezas escénicas, por la calidad de su turismo. Queremos continuidad, integración y coherencia en las políticas de Estado acertadas y bien evaluadas por la ciudadanía, como por ejemplo la proyección internacional que ha estado haciendo Sernatur de un turismo de naturaleza que debe guardar coherencia con lo que el país efectivamente ofrece. Las áreas protegidas requieren resguardo sobre todo hoy día, para mitigar los efectos adversos del cambio climático. Sin embargo, en vez de promover la presencia de la ley 19.300, la cual ni se nombra, el proyecto retira la aprobación del SAG de las decisiones de planificación en suelo agrícola.

-Queremos que cada día Chile sea más reconocido por su vocación exportadora de recursos silvioagropecuarios, pero esto requiere que el área agrícola no sea invadida por la especulación de las zonas de desarrollo condicionado. El mundo agrícola requiere protección de la contaminación de las ciudades, de los poblados en las cercanías de los cultivos. Chile no es reconocido por la calidad de sus ciudades sino por la calidad de su territorio, de sus cultivos agrícolas.

En este proyecto nada se dice de estos espacios interfaces entre lo agrícola y los poblados rurales o ciudades, según sea el caso; no se establecen mecanismos de mitigación adecuados permitiendo la aplicabilidad de las Zonas de Desarrollo Urbano Condicionado (ZODUC) en todo el territorio, otra incoherencia ahora de que hablamos de medidas que protejan la seguridad alimentaria.

- Queremos ciudades ambientalmente sustentables. Somos un país con déficit energético que requiere disminuir sus costos de transporte. El Sistema de crecimiento planteado por las Zoduc sin considerar áreas de trabajo en sus centros gestará un crecimiento urbano asociado a grandes costos de transporte por desplazamiento: casa, trabajo, escuela, produciendo externalidades negativas las cuales a no estar debidamente mitigadas en la legislación terminarán siendo asumidas por el Estado.

- Queremos el fortalecimiento de la planificación en sus diversas áreas de acción, regional, intercomunal o metropolitana y comunal. A nivelrRegional el Estado deberá entregar los estudios de cuencas, geológicos etc. A nivel intercomunal se necesita conformar la Oficina de Planificación dentro del Gobierno Regional unificando las diversas oficinas fiscales y las diversas Seremi para abordar la planificación en forma integral e interdisciplinaria. En las tomas de decisiones territoriales nuestros alcaldes deben participar en forma vinculante en el plan intercomunal. A nivel comunal, es imperativo que los directores de obra municipales y asesores urbanistas vuelvan a ser profesionales especializados y no simples asesores inmobiliarios.

Lo que planteamos no son sueños sino acciones legales concretas basadas en nuestra Constitución Política, ya que las limitaciones y obligaciones del dominio en nuestro sistema constitucional derivan de su función social.

En la declaración de principios establece que el bien común impone al Estado asumir aquellas tareas que no pueden ser abordadas por personas o grupos intermedios. El rol del Estado en su aplicación en el ámbito social, ambiental y económico adquiere una dimensión permanente regulando la habitabilidad de las construcciones, seguridad, eficiencia, salubridad.

En la habitabilidad del entorno predial creando normas para dar protección al entorno, respeto por las condiciones naturales ya sean geológicas, hidrológicas, con una densidad urbana adecuada. En la habitabilidad del espacio urbano cuidando la calidad del medio ambiente, suficiencia de infraestructura sanitaria y energética, suficiencia de la infraestructura vial, respeto a la zonificación del Plan Regulador.

Por lo tanto, una Ley General de Urbanismo y Construcciones debe propender al mejoramiento de la habitabilidad de los asentamientos humanos velando porque las construcciones en si mismas den seguridad y salubridad a las personas que las habiten, determinando las condiciones mínimas para que la edificación no deteriore el entorno de los predios vecinos y ordene el espacio urbano para proveer a la comunidad un hábitat adecuado, todo ello en cumplimiento de velar por el bien común conciliando los intereses particulares desde una perspectiva superior.

Si llevamos al texto propuesto nuestros principios constitucionales de habitabilidad sacaríamos por conclusión que este texto no aborda la primera prioridad de la planificación como es la función social y por lo tanto las limitaciones urbanísticas propuestas vulneran la esencia de los atributos y facultades del dominio, creando además desigualdad ante la ley, perdida de la conservación del patrimonio ambiental y perdida de la utilidad y salubridad pública de todos los ciudadanos.
Si además consideramos los compromisos internacionales adquiridos de habitabilidad, este proyecto rompe con el convenio base de nuestra legislación internacional que es la Agenda 21 acuerdo marco, para todos los convenios comerciales.

Por lo tanto, considerando todas estas causales, la Ciudadanía y las Organizaciones que la representan, concluyen al igual que nosotros, que este proyecto debe ser rechazado.

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*Katia Cotoras es Arquitecta y miembro de la Comisión Legislativa Territorial
Moisés Scherman es Economista y miembro de la Red Ciudadana por Ñuñoa