21 de mayo de 2008

Arturo Prat Chacón y los héroes necesarios

Por Hernán Narbona*

La dimensión humana de este marino formado en el Derecho, dirigiendo un puñado de hombres en una liviana corbeta Esmeralda, simplemente cumpliendo un cometido, bloquear la rada de Iquique, va mucho más allá de su gesta heroica, instalada en la historia de las glorias navales de Chile.

Nos transmite su vida un constante mensaje de compromiso y superación. Sus estudios como hombre de códigos nos hablan de su formación republicana y de su concepción del deber.
Porque Arturo Prat Chacón era un hombre joven, con apenas 31 años al momento de su muerte, practicando con austeridad su función de servicio público, sirviendo a la Patria desde su función de oficial de la Armada, en el campo de la Defensa, con un proyecto de vida como abogado, que lo ligaba al ámbito de la Justicia.

La trascendencia de su gesta nos lleva a pensar en su gran inteligencia emocional, evidenciada en el gran amor que profesaba a su esposa, doña Carmela Carvajal de Prat, y en una síntesis de amor profundo a su madre, su esposa y a los tres hijos que tuvieron. Una mirada al hombre y su entorno, permite apreciar que su integridad le posibilitó mantener la serenidad hasta en situaciones límite.

Cuando pregunta si almorzó la gente, sabedor del escenario que enfrentaba, tuvo la energía de llevar tranquilidad y energías a su tripulación. Era un gesto de lo cotidiano, expresado en un momento en que la adrenalina brotaba por la sangre de la tripulación sin amilanarlos, sino preparándolos para cumplir con el deber.
La lectura de su vida sencilla, de sus estudios y logros académicos y profesionales, es necesario plantearla como un hito de lo que debe ser una existencia íntegra y en consecuencia con los principios en los que se cree y que el hombre jura respetar.

Es preciso elevar a Arturo Prat como un ejemplo de compromiso con los altos valores de la Patria, que no son etéreos, que se sustentan en la integridad del territorio, en la defensa de la vida de sus habitantes y en el respeto al orden constitucional y las leyes que ordenan la vida en sociedad. Pienso que Arturo Prat tenía absolutamente claros estos elementos objetivos de la Patria y no hubo en él dilaciones al momento de ir al sacrificio por defenderlos.

Modestamente, como hombre de Estado y progresista, pediría a los compatriotas que viven dentro y fuera de Chile, que sepan distinguir las miradas frente a la gesta heroica de Mayo de 1879, para entender nuestra historia y valorar como patrimonio cultural de Chile, y no como un mero hito de carácter militar, estos hechos que nos deben llenar de orgullo. Porque nos aportaron un emblema de integridad, honor y compromiso, legado de Arturo Prat Chacón y los valientes marinos de la Esmeralda, que nuestra sociedad necesita y busca desorientada.

Cuando se descontextualiza este hecho histórico de 1879, y se estigmatiza al buque escuela Esmeralda, que heredó el legado del Capitán Prat como un emblema de las glorias navales de Chile, por hechos repudiables que se dieron en el marco irracional de los episodios de 1973, se corre el riesgo de perder a mirada del marino humanista, respetuoso de las leyes , quien seguramente habría rechazado con su formación cívica y jurídica, los hechos represivos que mancharon el nombre de la Esmeralda casi 35 años atrás.

Por ello, es preciso evitar que legítimos reclamos por clarificación y justicia de los hechos del siglo pasado, sigan empañando el legado de Arturo Prat, que debe seguir siendo un faro para nuestra sociedad, que necesita héroes sencillos, a escala humana, que no preguntaron al momento de cumplir con su deber si había alguna retribución ad portas y que, a pecho abierto, fueron capaces de darlo todo por defender los intereses permanentes del Estado, que se jugaban en esa conflagración de la Guerra del Pacífico.

Reconociendo las cualidades morales de nuestro héroe, podremos respetar en igual sentido la digna posición que mantuvo el Comandante Grau y ello nos puede enseñar a sacar lecciones de futuro y de hermandad, desde esos dolores profundos que implicó el conflicto armado.

Si queremos cambios cualitativos en nuestra sociedad, tenemos que recurrir a estos emblemas de honestidad y consecuencia, héroes necesarios, de carne y hueso, que supieron dar su vida para cumplir con su deber.

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*Hernán Narbona es escritor y administrador público.