6 de marzo de 2008

“O fio do bigote” y “the hair of the dog”

Por Luis Casado*

El presidente del banco central de Estados Unidos, Mr. Ben Bernanke, hace lo que puede para salvar a los especuladores y a los bancos, en fin, a los bancos especuladores. En un discurso pronunciado el martes, sugirió medidas que podrían limitar las pérdidas ocasionadas por los créditos hipotecarios basura. Entre otros, reducir los procedimientos de expulsión de los hogares que no logran pagar las mensualidades, lo que en fin de cuentas ayudaría no solo a los hogares concernidos sino también “al conjunto de la economía”.

Mr. Ben Bernanke estima “probable” el aumento de la morosidad y de las expulsiones: un millón y medio de créditos podrían ser insolventes este año.

Por su parte, uno de los responsables de la catástrofe, Mr. Henry Paulson, secretario del Tesoro, se declara hostil a un plan de salvataje de los hogares endeudados con créditos hipotecarios porque “serviría sobretodo para salvar a los bancos especuladores”, los mismos a los cuales el propio ministro les vendía los créditos basura antes de ingresar al gobierno.

Hay que decir que Ben Bernanke es un pelín innovador cuando sugiere que los bancos no solamente debiesen renegociar los créditos bajando las tasas de interés, sino que además deben reducir la deuda, unilateralmente, recortando el capital adeudado. ¿Te presté 100? Ahora me debes 90. Y ya. Su razonamiento no deja de ser pertinente: si los bancos se empecinan en cobrarlo todo no recaudarán nada, y en ese caso es mejor recuperar algo.

Según Bernanke, la crisis actual difiere de las precedentes en que los deudores compraron casa sin aporte inicial. Los créditos acordados a millones de hogares insolventes -y que luego fueron cedidos a otros bancos demasiado golosos para darse cuenta del engaño- se trataron con el método brasileño conocido como “O fio do bigote”.

¿Guotisdís? Simple: si negocias con un empresario brasileño y en un momento dado este se acaricia los pelos del bigote, quiere decir que está de acuerdo, que no hace falta ni siquiera firmar un papel: la garantía es “o fio do bigote”. Así, irresponsablemente, endeudaron a millones y millones de hogares estadounidenses que hoy, al no poder pagar, son expulsados de sus casas y arrojados a la calle.

No sólo Henry Paulson desestima socorrer a deudores y especuladores. El periodista Michael Kinsley estima que un “estímulo fiscal” destinado a ayudar a los consumidores estadounidenses es un remedio peor que la enfermedad.

No sin razón, afirma que la sociedad yanqui está enferma de consumir más de lo que debe o puede, sobre todo a crédito. Al día de hoy, cada uno de sus hogares debe, en promedio, más de 120% de su ingreso anual. Habida cuenta de sus gigantescos déficits, Estados Unidos debe recibir más de US$ 2.000 millones diarios del mundo exterior para seguir consumiendo lo que producen otros.

Para Kinsley, un “estímulo fiscal” significa que el estado federal debe endeudarse aún más para darle dinero que gastar a sus ciudadanos. Es lo que llama el método “The hair of the dog”. ¿Guotisdát? Simple. Hay quién pretende que una resaca, o “caña mala”, se cura con otro trago. En la lengua del imperio dicho método se conoce como “hair of the dog”, o sea “pelo del perro”. Si quienes creen en la medicina homeopática pretenden que “un poquito de veneno no mata”, sino más bien ayuda, darle más trago a un borracho debiese transformarlo en abstemio. Ése es el razonamiento que rechaza Michael Kinsley.

Precisando no obstante que si los demócratas quieren darle dinero a los pobres y a la clase media, los republicanos desean bajarle los impuestos a los ricos para provocar un “trickle down”, fenómeno conocido en la dulce jerga de los economistas que aún hablan castellano como el “chorreo”. Se ve que no hemos inventado nada.

Como quiera que sea, en Yanquilandia todos temen la recesión anunciada, y por lo menos se constata un debate de fondo sobre las eventuales soluciones a la borrachera “americana”. Nada de eso en la Copia Feliz del Edén, donde la economía sigue “blindada” a tal punto que los díscolos más osados tiemblan al proponer algunas tímidas correcciones al modelo, no sin antes haberle rendido un merecido tributo a lo ya obrado y a los indesmentibles éxitos alcanzados.

*Ingeniero del Centre d’Etudes Supérieures Industrielles (CESI, Paris, Francia), profesor del Institut National de Télécommunications (INT) y miembro del Comité Central del Partido Socialista de Chile.