6 de mayo de 2008

Quién te vio, y quién te ve...

Por Luis Casado*

Hace solo un par de botellas el mundo parecía claro y definitivo. Al terminar el siglo XX Hubert Védrine inventó el término “hiperpotencia” para designar el único país capaz de dominar el planeta: los Estados Unidos de América.

Por ahí por el año 1997 la conversa iba de unipolaridad y la supremacía de los EE.UU. en los planos económico, financiero, ideológico, militar y político era tan apabullante que el que se movía no salía en la foto. El FMI, el Banco Mundial, la OMC, -herramientas del poder imperial-, eran indiscutibles, Alan Greenspan ejercía de gurú universal y la FED definía las tasas de interés. Claro como el agua de roca.

En eso llegó la crisis que comenzó en julio de 1997 en el sudeste asiático, propagándose a Rusia, Argentina y Brasil en menos tiempo del que tardas en perder un 20 por ciento de tus fondos de pensión. La “hiperpotencia”, el FMI, el BM, la FED, no lograron controlar ni sus esfínteres y los mencionados países tuvieron que arreglar el pastel por su cuenta. La incuria y la impericia del imperio quedaron con las nalgas al aire.

Una década más tarde tres de los cuatro bancos más importantes del mundo son chinos. El ICBC, con una capitalización bursátil de 340 mil millones de dólares, encabeza la lista. Crisis de los créditos hipotecarios basura mediante, el estadounidense Citigroup, ex número uno, llega apenas en sexto lugar.

Los fondos de Estado destinados a colocaciones financieras, los muy célebres “fondos soberanos”, ya pesan 3,5 billones de dólares. En los tres últimos años sus reservas han progresado a un ritmo de 24% anual y su potencia financiera sobrepasará el PIB de los EE.UU. en el año 2015, y el PIB de la Unión Europea en el 2016.

Gracias a la crisis de los “subprimes” los fondos soberanos han ido comprando el control de la banca mundial por tres chavos. Sólo el año pasado invirtieron más de U$ 80 mil millones en la banca estadounidense. A escala mundial, 93% de las inversiones fueron efectuadas en el sector financiero occidental.

“Armados de tales montos de liquidez que no tienen que reembolsarle a nadie, los fondos soberanos son los nuevos amos de las finanzas, sustituyen a los fondos especulativos («hedge funds») y otros fondos de inversión, y sobrepasan a los bancos centrales en el papel de financistas internacionales”, dicen los que saben.

¿Quién controla los fondos soberanos? China, cuyas reservas alcanzan la impresionante cifra de 1,7 billones de dólares, Rusia, Kuwait, Taiwan y Brasil, entre otros. Arabia Saudí se apresta a crear su propio fondo soberano. En los últimos cinco años los países que constataron el crecimiento más fuerte de sus fondos soberanos fueron Nigeria (+291%), Omán (+256%), Kazakhstan (+162%), Angola (+84%), Rusia (+74%) y Brasil (+65%).

Los EE.UU. son hoy en día el país más endeudado del mundo y requieren una inyección de capitales foráneos de tres mil millones de dólares diarios para cubrir sus déficits. Más de un billón al año. Hay quién piensa que nunca lograrán reembolsar esa deuda. La continua y aguda devaluación del dólar tiene que ver con esto. ¿Hiperpotencia? Ya me dirás tú.

Según las cifras entregadas por el BRI (Banque de Règlements Internationaux) el Euro poco a poco va imponiéndose en el sector de las operaciones interbancarias. Los créditos en Euros aumentaron por el tercer trimestre consecutivo, y más que doblaron al alcanzar la cifra de 377 mil millones. El billete verde sigue bajando, y los nuevos créditos en dólares cayeron a la mitad con 247 mil millones.

¿Muertos los EE.UU.? Desde luego que no. Siguen siendo una impresionante potencia en el ámbito mundial.

Pero con Irak y Afganistan en la espalda, -dos guerras perdidas aún en curso-, con una recesión económica severa, una crisis financiera muy lejos de haber terminado, un capital político casi inexistente y el surgimiento de nuevas potencias económicas, financieras, militares y políticas, ya nadie, ni siquiera Condoleeza Rice, se atreve a hablar ni de unipolaridad ni de “hiperpotencia”.

Como te decía: hace solo un par de botellas el mundo parecía claro y definitivo.

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*Luis Casado es economista