17 de junio de 2008

El que sabe, sabe y el que no es ministro

Por Luis Casado*

O presidente del Banco Central, o diputado, o experto, lo que viene a ser más o menos lo mismo. Mientras le dedicamos el fin de semana al fútbol, a las minas y al carrete indispensable, la clase política planetaria se ocupa de lo esencial. Podemos dormir tranquilos, hay un piloto en el avión.

Si cupiese alguna duda la actualidad pone en evidencia la suerte de cornudos que tenemos con los nuestros: gracias a Francisco Vidal, Jaime Pizarro, Álvaro Escobar y Marco Enríquez-Ominami se pudo evitar una crisis mayor. Finalmente, para tranquilidad y provecho del personal, Madonna podrá ocupar el Nacional para distribuir caramelos y mostrar el ropero.

Por su parte, reunidos en Osaka los ministros de finanzas del G8, -EE.UU., Japón, Gran Bretaña, Alemania, Francia, Italia, Canadá y Rusia-, le consagraron el viernes y el sábado a temas no menos cruciales, -el precio del petróleo y la debilidad del dólar-, y se rajaron con algunas declaraciones para el mármol.

Después de indicar que el petróleo caro constituye “una seria amenaza para la estabilidad del crecimiento mundial”, le pidieron al FMI y a la Agencia Internacional de la Energía que analicen “los factores reales y financieros que están detrás del reciente aumento de los precios del petróleo y de su volatilidad”.

Así como lo lees. Estos tipos declaran no saber cuales son las razones que enviaron el precio de la energía a las nubes y lo hacen comportarse como un vulgar yo-yo. El FMI, buen príncipe, acepta y promete un informe para... octubre.

En el G8 hay quién estima que los especuladores son ampliamente responsables de la situación. Otros aseguran que la crisis se debe a una producción insuficiente, e incluso que el problema viene de la falta de capacidad de refinamiento. El Secretario del Tesoro de los EE.UU. -el ex especulador con créditos hipotecarios basura Henry Paulson-, con un gesto que denuncia en él a un asiduo lector de Agatha Christie, acusa: “Todas las pruebas designan a la oferta y la demanda”. Claro como el petróleo.

“No está claro para nada. Necesitamos un estudio para responder a esta cuestión”, explicó Dominique Strauss-Kahn, director general del FMI, y vos te preguntás que hace el FMI cada día de dios, si no son precisamente estudios que le permiten equivocarse cotidianamente sobre todo lo que anuncia. Y no anunciar, ni ver, las crisis que llueven.

Fukushiro Nukaga, -el bien nombrado ministro de finanzas japonés-, lo puso muy claro: “Se expresaron muchas opiniones. Pero se comparte el sentimiento de que nadie conoce realmente la verdad”. Así de transparente.

Uno se dice que podrían preguntarle a Michelle, en fin, a Velasco, visto que el despilfarro de los US$ mil millones destinados al Fondo de Estabilización del Precio de los Combustibles sirve precisamente para eso, para resolver el problema que los tipos del G8 no entienden.

Y se pone a soñar con que, después de Heraldo Muñoz que fue “presidente del mundo”(sic), y de Ricardo Lagos que llegó a “capitán planeta”, un chileno pudiese dirigir el FMI, el BM, la OMC, la FAO y otras organizaciones tan ineptas e inaptas como las que preceden, y tan inútiles como el recientemente creado cargo de “Gerente del aire”, versión moderna del célebre “inspector de atmósfera”.

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*Luis Casado es economista