4 de junio de 2008

Crisis en la academia económica

Por Ernesto Benado*

Los sorpresivos cambios en las variables económicas han pillado de sorpresa y un poco desnudos a los economistas, ya sean de Harvard, Chicago o Londres. Simplemente se está demostrando que no puede haber dogmas ni normas intocables en la economía.
Lo que aprendieron como verdades en las escuelas hace 10 o 15 años, ya no funcionan, lo que le dijeron los maestros en los post grados no sirven mayormente y si no saben ser creativos, el viento de los cambios los hará volver a la enseñanza donde se corren menos riesgos que en la economía real.

Empecemos por el precio del petróleo. Había un horizonte de reservas para 50 años. El consumo de los grandes países emergentes ha reducido este horizonte a 20 o 25 años. Nunca ha existido una teoría o modelo para calcular el precio de una materia prima en el periodo de su agotamiento. El efecto inmediato ha sido duplicar el precio del petróleo crudo en un año. Llega actualmente a 130 dólares el barril, y se calcula que en el resto del año alcance los $200 dólares.

Es claro que se puede bonificar su precio para que el impacto no sea tan grande en el costo de la vida y la inflación. Pero ¿quién puede medir el impacto del alza del precio en todos los aspectos de la economía actual?.

Los que creímos en la teoría del valor de las mercancías de acuerdo al trabajo socialmente contenido en su producción, debemos aceptar que eso no funciona con el petróleo. El trabajo contenido en un barril de petróleo, apenas si justifica un cuarto de su valor. Parece que los marginalistas están más cerca de hacer entendible las fluctuaciones de precios en el mundo moderno.

¿Y qué pasa con todos los modelos econométricos basados en las matrices de insumo–producto (la del Banco Central chileno es secreta y no se difunde) y en las relaciones de precio establecidas en esas matrices?.

El alza desmedida del petróleo ha transformado todas esas matrices y los planificadores se han quedado sin una de sus principales herramientas.
Al alza del petróleo se ha sumado el aumento de precio de las materias primas, entre ellas, afortunadamente, el cobre, en el cual Chile tiene una posición dominante en el mercado. ¿Quién fue capaz de predecir que el precio del cobre rozaría los US$4 por libra?

Durante los años de Eyzaguirre en el Ministerio de Hacienda se aplicó la norma del excedente estructural del 1% en el Presupuesto Nacional, para prepararse para un período de bajos ingresos fiscales. En vez de planear un presupuesto expansivo y contracíclico, redujo el gasto fiscal, prepagó deudas externas del sector público, con lo cual se inició el proceso de la revalorización del peso chileno. Si por el contrario hubiera gastado más, hubiera tenido presupuestos deficitarios y hubiera endeudado al fisco, hoy en tiempo de grandes excedentes, podría estar pagando las deudas y no presionando a la baja al dólar. Además habría habido un mayor crecimiento y menor desempleo determinados por las adquisiciones estatales y las inversiones inducidas por el mayor presupuesto.

¿De donde salió la teoría del excedente estructural, tan celebrada, tan inoportuna y tan nociva? De la academia económica en que les enseñaron normas intocables e inobjetables. ¿A quién podemos reclamarle por estos errores? Lamentablemente a nadie.
Y, finalmente, se viene la llamada crisis subprime encima. La academia dice que no debería afectarnos, pues Chile está protegido por impresionantes US30.000 millones guardados en el exterior y ganado un 4% anual de intereses Aproximadamente lo mismo que se dijo para la crisis asiática y para la crisis mexicana.

Siempre se presenta a Chile como una isla inexpugnable, sin considerar que las crisis económicas no respetan fronteras en un mundo globalizado. La crisis subprime va a llegar a Chile. La banca internacional que es la que ha prestado 50.000 millones de dólares al sector privado chileno, se ha descapitalizado con la crisis de las hipotecas en EE.UU. y tiene que recuperar préstamos, y está en la etapa de recuperar capital. Los préstamos a las empresas chilenas y especialmente a los bancos chilenos, que han hecho grandes utilidades endeudándose en dólares y prestando pesos chilenos, no van a ser renovados fácilmente y esto va a significar un apretón crediticio generalizado en Chile. Así como el mercado inmobiliario ha estado boyante con las hipotecas y los créditos a los consumidores se han inflado con las tarjetas de crédito comerciales, la crisis va a llegar –finalmente- tanto a las propiedades, la industria de la construcción y los hogares de los consumidores.

¿Quién nos salvará de los aumentos de las tasas de interés que aconsejará la academia?. Sólo economistas creativos, sin recetas en la mente y con deseos de hacer de Chile un país desarrollado.

__________________________________________________________
*Ernesto Benado es ingeniero y ex presidente de Conadecus.